Regidor solo anda tirando rostro

Regidor solo anda tirando rostro

Las inundaciones del pasado 10 de octubre dejaron más que agua y lodo; lo que dejaron a la vista fue la incapacidad estructural del gobierno municipal para atender problemas que eran, desde siempre, muy evidentes.

A casi un mes de la contingencia, y lo que debería haber sido un esquema organizado y eficaz de atención a la población, apenas comienza a visibilizarse ante la presión ciudadana: el azolvamiento de los drenajes, un problema crónico en lugares como el Infonavit Las Gaviotas y La Florida, se convirtió en una pesadilla para cientos de familias.

Algunos habitantes han tenido que pagar hasta 10 mil pesos para desazolvar sus líneas y recuperar servicios básicos como el uso del sanitario, situaciones que parecen absurdas, pero que reflejan la realidad de un municipio donde la infraestructura hidráulica está colapsada incluso en zonas que no se inundaron. La tardanza en actuar no solo revela negligencia, sino también la falta de interés de quienes durante años ocuparon cargos sin cumplir responsabilidades.

El regidor Javier Romero, quien apareció apenas ante las manifestaciones y bloqueos, se suma a la lista de ediles cuya gestión se redujo a ocupar un lugar en el cabildo sin ofrecer soluciones reales. La rivalidad interna y la descoordinación con el director del área, Gustavo Islas Ricaño, terminaron por afectar a todos los ciudadanos, pagando un precio muy alto quienes sufrieron directamente las inundaciones.

Hoy, la indignación ciudadana no solo señala el desastre natural, sino el fracaso de la política municipal de un gobierno que deja a las familias a su suerte, mientras los responsables como el regidor Javier Romero se limitan a salir a “oler el lodo” y tomar el sol frente a la evidencia de su ineficiencia, al formar parte de los ‘parásitos’ que durante 4 años como garrapatas solo llegaron a mamar de la ubre presupuestal.

Y es que en un municipio donde la infraestructura colapsa y los funcionarios llegan tarde, la lección también es clara: la inoperancia de los ediles tiene un costo tangible, y no es el presupuesto del cabildo… sino la vida y la dignidad de los pozarricenses quienes lo pagan.