Poza Rica es uno de los municipios más representativos del estado de Veracruz, pero también se ha convertido en un triste ejemplo de cómo una administración municipal puede ser saqueada por una nómina abultada y una corrupción que ha dejado huella.
En este municipio, más del 50 por ciento del presupuesto anual se destina al pago de nómina, una cifra que supera los 250 millones de pesos. Esta cifra no solo refleja la cantidad de dinero que se destina al personal de confianza, sino también la complejidad de una administración que se ha caracterizado por una excesiva burocracia y un clientelismo político que ahoga las finanzas públicas.
El gobierno de Fernando Remes Garza, conocido popularmente como “El Pulpo”, es el que ha visto cómo la nómina de empleados de confianza alcanza cifras alarmantes, superando a todos los gobiernos anteriores.
La situación es tan grave que, se comenta, incluso existen hasta dos nóminas, una que paga a aviadores y otra que, se dice, incluye hasta los muertos. Esta situación se convierte en una de las principales razones por las cuales no hay presupuesto que alcance en el municipio, mientras las demandas de los trabajadores sindicalizados aumentan.
Uno de los reclamos más fuertes es el adeudo de más de 2 millones de pesos que el alcalde tiene con los empleados sindicalizados, correspondiente a la negociación salarial del 2024. La falta de resolución del pliego petitorio y la ausencia de pagos de jubilaciones correspondientes a los años 2023 y 2024, que ya estamos en marzo y siguen sin resolverse, son indicativos de una administración completamente irresponsable.
Pero más allá de la insostenible situación económica, otro aspecto de la gestión de “El Pulpo” ha generado una gran inconformidad. Se ha denunciado que el alcalde favorece a ciertos regidores cercanos a su círculo de poder, como en el caso de Rogelio Quiroz Pulido, quien ha aprovechado su influencia para lograr que su hijo, Sergio Quiroz, obtuviera un puesto de máxima jerarquía en el área de Catastro, a pesar de no contar con la antigüedad ni la experiencia necesaria.
Este tipo de prácticas ha encendido las alarmas entre los trabajadores, que se sienten desplazados y pisoteados, ya que a pesar de sus años de servicio no pueden acceder a los niveles más altos del escalafón, mientras que los familiares de los regidores logran estos ascensos por la vía política.
Peor aún es la sospecha de que Remes Garza tiene intenciones de heredar aún más problemas económicos al municipio. Se rumora que, en su último año de mandato, el alcalde pretende dar de alta a 100 trabajadores más de base en el sindicato encabezado por Moisés Cruz, lo que agravaría aún más la ya abultada nómina de empleados de confianza y sindicalizados.
Si esto se materializa, Poza Rica seguiría siendo uno de los municipios con la nómina más elevada de Veracruz, hipotecando el futuro de las administraciones venideras.
En resumen, el gobierno de Fernando Remes Garza se ha caracterizado por un derroche de recursos en una nómina insostenible, un favorecimiento descarado a los allegados y una falta total de transparencia y justicia para los trabajadores que realmente han contribuido al municipio.
“El Pulpo” ha logrado consolidar un sistema donde la corrupción y el clientelismo político han hecho mella, dejando un panorama sombrío para Poza Rica, que lejos de avanzar, parece estar cada vez más atrapada en un círculo vicioso de malas decisiones y prácticas opacas.
Influyentismo de regidores
