Poza Rica, una mirada atrás

La Alondra

Reina de las aguas de la laguna de Tamiahua

Por José Luis Rodríguez Badillo

El deseo de dar un servicio de transporte permanente, seguro y de confort a sus paisanos para ir de Tamiahua a Tuxpan y viceversa, llevó a Don Esteban Vargas Segura a mandar hacer una lancha para servicio de transporte público en 1925 en el astillero de Don Guillermo Rangel, de esta manera nace la primera línea de transporte naviera para pasaje, carga y menaje a Tamiahua y las comunidades dentro de la ruta, satisfaciendo la imperante necesidad de enlace entre los grupos sociales, comercialización de sus productos y satisfacer necesidad médica y orden social con un estilo de viaje de su tiempo. 

Después de ser botada al agua del río Pantepec, conocido como “río Tuxpan”, se integró a la flotilla de goletas, piraguas, bongos y esquifes que operaban en un muelle de madera en la ribera norte del río en el puerto de Tuxpan, siendo junto a las lanchas de su tiempo las que atracaban junto a la conocida como “El Correo”, que tenía esa función, La Carbonera que navegaba aguas arriba para traer carbón al puerto, La Petra que transportaba pasaje de Cobos a Tuxpan, muy utilizada que enlazaba a quienes llegaban para abordar La Maquinita que transitaba hasta el Campo Petrolero de Furbero y posteriormente los Kilómetros 52 y 56, Poza de Cuero y Poza Rica, respectivamente.

En el inmenso cuerpo de agua que de la laguna de Tamiahua existieron otras de mucha tradición y linaje naviero, entre pescadoras, pasajeras y carga doméstica; La Tamiahuera, Josefina, La Dalia o Rubia capitaneada por el Sr. Nicolás Gallardo “El Gallo” y La Angelita; más tarde hubo un chalán, “El Santa María” donde viajaba gente cómodamente sentada bajo su llamativo toldo. 

La Alondra saliendo aguas arriba cargada a su máxima capacidad

Tamiahua también recuerda con gran añoranza a la lancha “La Coronela”, nombre que salió del pueblo, ya esta embarcación surcaba el agua desde Tuxpan a las rancherías y pueblos establecidos en la margen de la laguna de Tamiahua, y era la surtidora oficial de la cerveza Corona de donde la gente derivó su nombre. Una anécdota similar sucedió cuando en Pueblo Viejo, ubicado en la ribera sur del río Pánuco, adquirieron de Tamiahua varias toneladas de ostión, las lanchas ostioneras en ese tiempo eran La Rubia, Jarocha y Dalia, embarcaciones que fueron insuficientes para el transporte el producto, por lo que contrataron un flete especial de la Josefina, época célebre de Tamiahua  por la producción de ostión.

La Alondra y soberana de la laguna de Tamiahua fue pionera en el transporte de pasaje de Tuxpan a Tamiahua; fue construida de madera diseñada para el servicio de pasaje con capacidad de cien personas sentadas bajo de su toldilla o toldo, tuvo capacidad de 25 toneladas de carga, su motor era diésel de origen estadounidense, navegando con un calado de tres pies, se desplazaba en el agua con la propulsión de su propela, la que resultaba de la potencia transmitida por su motor, y estaba en la popa, muy junto de la veleta, la que da el cambio de dirección desde el timón a base de cables, características que la empoderó como la mejor de su tiempo.

Cotidianamente desde antes de las once de la mañana, La Alondra atracada en el muelle de Tuxpan emanaba de su silbato accionado por su patrón los avisos que indicaba que ya estaba tendido el puente para recibir pasajeros y estiba de carga que transportaría por su ruta a Tamiahua, que regularmente eran víveres para las pequeñas comunidades.

El dinámico movimiento por agua de lanchas

Una vez lista con su carga acomodada al centro de la cubierta, la gente sentada a lo largo de babor y estribor, previa revisión de su dueño Esteban Vargas Segura y una vez todo bien, daba a su hijo Esteban Vargas Perales la disposición de salida en punto de las once de la mañana e iniciaba su travesía haciendo ciaboga en el centro del río y dirigía su rumbo aguas abajo, hacia la laguna de Tampamachoco con el agua en la línea de flotación y en ocasiones muy cerca del verduguillo con sobrepeso, mientras la gente se reajustaba en las bancas y preparaba su lonche.

Al llegar a Tampamachoco, La Alondra enfilaba su rumbo al canal de navegación que la llevaba a la desembocadura de la laguna de Tamiahua, momento en el que entrando a un mundo de belleza incomparable por la singular avifauna con gran variedad de aves que surcaban el cielo  con una oscilación cautivante; al paso de la embarcación, las parvadas de aves conocidas como cocos, levantaban su vuelo ahuyentadas por el ruido del motor, en esa espectacular huida desplegaban bello vuelo asemejado al de los flamingos, danza que se repetía en diversos puntos de la inolvidable travesía, que de forma singular hacían el viaje seductor.

A medida que avanzaba La Alondra sobre el inmenso cuerpo de agua el sol caía a plomo sobre la pequeña embarcación, no obstante, pocos se sustraían de subir al toldo y ver el panorama que se veía  al llegar a la comunidad Barra de Galindo, y a medida que la lancha se acercaba al pequeño muelle de palafitos con un par de tablones como piso, se disfrutaba el manglar, planta propia de la zona lacustre y algunas aves que salían de su aposento emprendiendo el vuelo que las alejaba del intruso vehículo y el ajeno ruido para ellas.

La embarcación dejaba el muelle y tomaba rumbo a Buena Vista por el canal de navegación, y en unos cuantos minutos se acercaba a la ranchería donde existía un muelle similar, los niños salían corriendo al encuentro de la embarcación al encuentro con los visitantes, y a lo lejos se veía el humo salir el olor al rico guiso que se preparaba de las rendijas de la pared de la cocina, a la vista en la ribera se veían los cocos muy apetecibles que caían de las ancestrales palmeras; imágenes aún indelebles en la mente de muchos que viajaron de esta forma a Tamiahua. 

Los tianguis de frutas sobre lanchas en las aguas del río Tuxpan

El próximo lugar era Buena Vista, un conglomerado con pocas viviendas, pero de un lugar que se antojaba visitar y que a falta de tiendas recibía víveres en cada viaje, lugar que se distinguió por la siembra y cosecha de piña, sandía y coco, sitio predilecto por la naturaleza que ofrecía resistencia a los fuerte vientos del norte por su tupida línea de palmeras, ahí como en otras paradas, el ladrido de los perros denotaba flotando a La Alondra que se veía majestuosa a lo lejos en tanto atracaba al endeble embarcadero sujetado por el marinero a un tronco que servía de vita en su posición de desembarque, labor a la que regularmente auxilió el marinero.   

Las siguientes paradas eran en los poblados de Majahual, La Zanjita, donde las cosas eran muy similares y la lancha transitaba más aligerada de peso por la descarga en cada una de las paradas anteriores, los que seguían e iban por primera vez a Tamiahua no dejaban de disfrutar el extenso volumen de agua con sus bellas aves de costa y particular flora, en particular el poblado La Zanjita, para muchos un lugar de ensueño para vacacionar en armonía con la naturaleza.

Don Esteban Vargas hijo, seguía mostrando su pericia y bagaje con el timón, y la de experimentado patrón, además de su singular mesura para tratar al pasajeros y turistas, quien despegaba de los embarcaderos con destreza llevaba a La Alondra suave cadencia sobre  la laguna, de lugar en lugar hasta llegar al caserío Paraíso, ahí se revivía el ánimo en espera de llegar a la comunidad costera de  Chorreras, ya que en ese tramo de trayecto se cruzaba con la lancha “Josefina” que cruzaba en trayecto a Tuxpan, avivando el grato momento de los saludos mutuos entre las dos tripulaciones y pasajeros entre ambas embarcaciones. ¡Magistral recuerdo!

“La Josefina” fue una embarcación muy parecida a “La Alondra”, propiedad de los hermanos José y Antonio Rodríguez, que trabajaba en armonía con Don Esteban Vargas Segura, dueño de “La Alondra”, ambas daban servicio de pasaje en forma similar saliendo diariamente de los muelles extremos de Tamiahua y Tuxpan. 

Después de cruzarse ambas lanchas en Chorreras, seguían sus respectivas rutas y La Alondra después de cuatro horas y con casi ochenta kilómetros de recorrido llegaba a Tamiahua con la felicidad de haber llegado a su lugar de destino, ahí ya se apostaban los cargadores y buscaban a los dueños de la carga, la que bajan a tierra, estibaban y llevaban en carreta al domicilio de su propietario; la tripulación limpiaba la embarcación y la aseguraba, bajaban su equipaje y se iban a comer, de ahí a su dormitorio después del agotador viaje, ya que ahí pernoctaban, Esteban Vargas junto con el motorista Israel Ramos Ferral y su marinero que no siempre era el mismo, ya que había que emprender el retorno al día siguiente. En Tuxpan, la tripulación de La Josefina hacía lo mismo, ambas cada día del año.   

Por la alta demanda de pasaje “La Alondra” tuvo la imperiosa necesidad de entrar al astillero de Don Guillermo Rangel para extender su eslora e instalarle un motor de mayor caballaje, en esta ocasión fue uno marca Bolinder de fabricación Sueca, cuando fue botada nuevamente al agua resultó ser más potente y de mayor carga, condición con la que dejó de operar con la construcción de la carretera de Tuxpan a Tamiahua, entrando en servicio autobuses de pasaje, pero dejó en la memoria una estela de recuerdos y anécdotas al concluir los años sesenta que paró.

Sobre ella viajaron militares, clérigos, docentes, médicos, vecinos de la otrora Villa de Tamiahua, generaciones que disfrutaron de la belleza de aquellos inolvidables viajes en su encuentro con la flora y fauna, el vuelo de garzas con su bello vuelo acompasado, albatros, pelícanos, pericos, pájaros silvestre del llano costero, los viajes de retorno transportando miles de toneladas de coco, sandía, piña, ostión, jaiba y lo que cabía sobre su cubierta. ¡Para la historia, paisanos!

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es prueba-1024x51.png
Twitter – @laopinionpr
Facebook – @LaOpiniónPozaRica
Youtube – La Opinión Poza Rica
¿Reporte y denuncia?
Si cuentas con imágenes o video que exhiban maltrato, abuso de autoridad, corrupción o cualquier acción inhumana. ¡Por favor, háznoslo saber!
– WhatsApp: (782) 219-94-02 <<< ¡clíck aquí!
– Por e-mail: denuncias@laopinion.net <<< ¡clíck aquí!

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es ANUNCIO-BANNER-1-1024x200.jpg
La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es QUEJAS-1024x230.jpg