Avenida que nació en el punto histórico del aquel poste de madera que tenía un retablo donde se indicaba el Kilómetro 56 del antiguo sistema ferroviario y corría de la Terminal Marítima de Cobos hasta el campo petrolero de Fuerero, sitio que sirvió para demarcar cuatro colosales vialidades en Poza Rica: Boulevard Jesús González Ortega, Avenida Presidente Juárez, Avenida Central Norte hoy Avenida Adolfo Ruiz Cortines y Avenida Central Oriente, estas 2 últimas de nomenclatura anglosajona, pues nacen desde el trazo del centro por la compañía El Águila.
De inicio fue un tramo muy corto, pues únicamente llegaba al arroyo del Hueleque junto a la Colonia Laredo, pero desde el año de 1937 que se construyó el primer puente de metal a base de tubería por la Compañía El Águila, su trazo se prolongó hasta la Congregación de la Petromex, la poligonal de delineación fue caprichosa para librar los cerros paralelos a la carretera a la Petromex, lo que se constituyó en la antigua carretera que unió los Campos petroleros de Poza Rica y El Sábalo, después Petromex, más tarde fue ampliado el derecho de vía por instrucciones del entonces superintendente de Petróleos Mexicanos, Ing. Jaime J. Merino con el fin y buen propósito de construir la Avenida de forma similar al Boulevard Adolfo Ruiz Cortines, motivo por el cual tiene las dimensiones actuales.
El único medio de comunicación desde 1934, de la zona de talleres salió un ramal al Cuatro y Medio donde existe un almacén al aire libre, más tarde se alargó al pozo 5 en el corazón de la Petromex, antes posó por el pozo 5 de la AGPN hoy junto a la calle que lleva al CBTIS y la Facultad de Ingeniería, las vías llegaron al centro de la Petromex y los talleres; se inició posteriormente la prolongación de estas, al pozo 19 que obligó a construir cuando menos tres largos puentes para conservar el nivel horizontal, puentes que en su tiempo fue una tarea titánica.
En aquel tiempo el “Boulevard Central Poniente”, conocido como “Boulevard a la PetroMex” tenía un encarpetado de asfalto con dos carriles, uno para cada sentido, la banqueta existía únicamente en tramos, desde que se trazó la brecha ha sido muy transitado ya que es la salida a Papantla, pasa por los accesos a los pozos Poza Rica 63, 52, 70, 80, 97, 127, y 177 este último en el corazón de la Petromex; las baterías de separación: Campo V, III y II, es paso obligado en la ruta al puerto de Veracruz, el sureste y forma parte de la larga carretera Panamericana; colindan con gran cantidad de colonias en el expansionismo de Poza Rica, lo que demandó del servicio urbano de transporte.
En los primeros días del mes de enero de 1953, el señor Walterio Adam Meister adquirió un autobús para transporte urbano en la agencia “Automotriz Huasteca”, un flamante Ford modelo 1952, poco después se integró a dar servicio el día 29 de mismo mes bajo un pertinaz chipi, chipi y un frio de catorce grados; se fortaleció el servicio de transporte urbano en el recorrido de Poza Rica a la Colonia PetroMex, gracias a Walterio que suplió la carencia al ser vecino de la colonia.
Pero el recorrido sobre el espléndido Ford era todo un lujo, para la gente fue un agasajo trasladarse en el autobús, el operador aprendió en sus cíclicas vueltas las paradas que nacieron del usuario, las que se conocieron por transmisión oral de los moradores aquel desarrollo vial, el vehículo salía frente al Cine Petromex y retornaba desde el perímetro del Mercado Poza Rica, trabajadores, amas de casa y estudiantes a diario lo abordaban durante todo el año.
La ruta al centro de Poza Rica iniciaba en el “Sitio de la Petromex” frente al parque de aquellos años, hacia su recorrido subiendo y bajando pasaje, la primera parada es una aun vigente, “La Gasolinería”, primera y única por aquellos lares propiedad del Sr. Manuel Bauza, que sólo bajo una excelente administración se entiende su vigente éxito de servicio muy apreciado.
En el transitar de la unidad de servicio urbano se llegaba a la esquina que forma la calle Acopilco y el llamado Boulevard Petromex, arista urbana en donde estuvo el famoso “Taller Jasso”, del notable mecánico Francisco Jasso, donde los autos llegaban empujados y salían rodando y bien afinados; las pendiente sobre el suelo obligado la construcción de escalones de concreto para escalar hasta la casa de la familia Lozano , la vox pópulis llamó a esa parada “Las Escaleras”, por lo que era común y clásico decir al operador, en Las Escaleras bajan por favor, o en su caso mucha gente esquivaba los rayos del sol para esperar el transporte.
El éxito culinario de Don Armando Bañuelos y su familia con el Restaurant de Mariscos “El Rincón Tuxpeño” hizo esa esquina al pie de un cerro, un glamurosa éxito, un letrero promovía la cerveza Carta Blanca soportado por una reforzada columna de concreto, en la cara vertical lucía, Restaurant “El Rincón Tuxpeño”, negocio que acuñó una solemne parada, El Rincón Tuxpeño, que durante tres décadas hasta que el establecimiento alimentario salió de servicio, y poco a poco dejó de llamarse la parada así, ¡cosas del ingenio y buen humor del pasajero!.
Un campo de futbol llanero proporcionó el nombre a una parada emblemática para al ascenso y descenso de pasaje en la importante vía urbana, sobre un pequeño valle en la superficie de un cerro, había que subir una pendiente para dar rienda suelta a la afición futbolera, pero al pie del rectángulo deportivo existió una fuerte pendiente que iniciaba en la guarnición de la rúa hasta el césped deportivo, aquel sitio se dio a conocer posteriormente con un penoso accidente cuando cayó en el pasto un helicóptero de Petróleos Mexicanos en los años setentas, el piloto quiso utilizarlo para un descenso pero no hubo éxito y se tiñó de sangre, después se edificó el hotel Poza Rica Inn y la parada dejó de llamarse “Campo Anáhuac”.
Únicamente a unos cuantos metros y, para quienes se internaban en la Colonia Anáhuac hacían uso de esta estación diciendo al chofer, en la “Entrada al Pozo 6” por favor, parada singular que recuerda este pozo siniestrado que puso en apuros a los técnicos mexicanos, quienes pasaron la prueba con la gesta heroica de Don Adolfo Rendón y mandaron al mundo una señal, que los petroleros estaban a tono para administrar la industria petrolera.
En seguida, el permanente ruido de las compresoras de gas, el quemador con sus monumentales flamas y una torre de enfriamiento de agua al frente fue una parada tradicional para los trabajadores del Campo Poza Rica V, que incluía la Batería de separación y la estación de bombeo quienes se acostumbraron a indicar al chofer, “En las Compresoras”, Campo que está en extinción, pues se han desmantelado las mismas compresoras y disminuyó la batería.
Dos parasoles en desuso son: “La Huasteca” donde estuvo la Pasteurizadora de leche, gran producto básico que recuerda gratamente este producto inolvidables de particular éxito, que era entregada en la ciudad y la región como un beneficio lácteo en botellas claras de litro, la exportación internacional fue su máximo logro y los suculentos “Cuartitos” de sabores que se repartían diariamente en las escuelas para los desayunos escolares, que nos acuerdan aquello cuando alguien hacia una broma cruel, la respuesta era “No Mame… ya hay Cuartitos”, expresión que perduró por muchos años; la otra fue colindante a esta fábrica, “La Latino”, en referencia a la compañía que trabajó para Petróleos Mexicanos, la Perforadora Latino, en cuyo portal de acceso se instalaron dos torres de perforación a escala y un dosel donde se leía con letras de tubo metálico el nombre de la compañía. Al desaparecer se instaló un cine y hoy existe un negocio de la familia Barbeito.
Antes del tanque 27, que se utilizó para almacenamiento de aceite, fue donde la gente usó como parada de servicio de transporte urbano, cuando se desmanteló este recipiente de lámina el piso del redondel se utilizó como pista de baile por los vecinos de la Colonia Laredo, tiempo después se edificó la escuela Concepción Fuentes fue cuando cambió el nombre de la parada, posteriormente se construyó la clínica hospital 24 del Seguro Social y actualmente se le llama de ese modo.
Antes de entrar al centro de Poza Rica se recuerda la famosísima por muchos años parada de “El Árbol” aquella frondosa Higuera junto a la entrada del pozo 63, bajo su follaje diariamente se apostaba Don Roque Estrada Juárez, quien vendía aquéllas sabrosísimas aguas frescas con frutas naturales que apaciguaba la sed del, más exigente sediento, muy pocos podían resistir tomarse un vaso repleto de agua de Jobito con hielos flotando que hasta los dientes se crispaban; cuando Don unas Roque se retiro debido a su edad, tomó el reemplazo un vecino de la Colonia Laredo, Don Gerónimo González Ramírez, quien dio un pequeño giro al negocio al prepara agua de tepache en barriles de roble, cuya demando fue un total éxito, al final cumplió su cometido, calmar la sed ocasionada por el incandescente sol de aquellos años; a unos metros y años después se instaló la cantina, “El Tío Sam”, adyacente al arrollo Huéleque; de ahí siguió la parada en la Puerta Principal del “Parque Merino”, atrás del Home, siguió la puerta Uno de Petróleos Mexicanos” y no paraba hasta llegar al Mercado.
Mientras transcurrían los años, la población de la Congregación iba en aumento, al igual que las calles, plazas, comercios, campos deportivos y espacios públicos, y así fue pasando el tiempo hasta llegar a la época de la municipalización de Poza Rica, la Petromex fue una de la cuatro congregaciones que integraron el municipio 198 del estado de Veracruz, Poza Rica, a partir de este hecho la avenida Central Poniente dejó de ser un camino semiurbano y pasó a ser una importante vialidad de la urbanización pozarricense.
Afortunadamente, aun queda el recuerdo de aquel glorioso pasado en los nombres de algunas calles: Amatlán, Francisco I. Madero, Pescantes, Las Choapas, Cerro Azul, San Diego de la Mar, Sábalo, Tampico, Mata Redonda, El Pozo 5, talleres de Pescantes, el Cine Petromex, peluquerías y viejas tiendas como “La Casa Blanca” y muchos símbolos como las antiguas vías de “La Maquinita”, personajes como el Sr. Adolfo Rendón, Juan Aquiles Nolasco “Juan Quiles”, Fortino Yáñez y Don Trini Mar entre otros más, todos estos son llugares que poseen un gran valor histórico y cultural, barrios que guardan el orgullo de su origen y concepción pura.
Quienes habían terminado sus actividades diversas en el centro de Poza Rica u otro lugar, tomaban dos opciones de servicio para transportarse a la Petromex o cualquier punto intermedio de las múltiples colonias que hay en el desarrollo entre estos dos puntos extremos, en un autobús urbano o en coches de sitio, en ambos casos tendrían que usar los puntos para ascenso y descenso de pasaje, lugares que han recibido el nombre de cualquier puntada o uso de los vecinos y usuarios de estos servicios. El Boulevard fue un proyecto extraordinariamente visionario del entonces Superintendente de Petróleos Mexicanos, Jaime J. Merino, no se pudo realizar por su partida a los Estados Unidos, a un lado de este iba a ser edificado un complejo deportivo de primer nivel y otros inmuebles que no se lograron, de seguro nos perdimos la parada del Estadio “Lázaro Cárdenas”, pero como no se dio, vámonos para la Petromex y puntos intermedios.
El taller electromecánico “El Pisa y Arranca”, por años ha sido un referente para el servicio de transporte urbano en esta ruta, este trabajo de manufactura nació el año de 1954 por su fundador y operario, Don. Jesús Zaleta quien hizo posible que su taller fuera una propuesta popular que se inmortalizara como histórica y vigente expresión de parada vehicular; Don Jesús trajo itinerante su taller por varios sitios de la ciudad hasta que se estableció en la Colonia Laredo, hizo acopio de los acumuladores caducos y rehabilitó con genio, producía placas de plomo y utilizaba la carcasa para colocar un juego que remplazara las desechas, completaba el acumulador y entraban a la venta con gran competencia contra los de patente.
En su aparador aparecían a la venta con una marca propia, “Acumuladores Riter”, estos en el medio comercial dieron en su tiempo dinámica competitividad a los de patente entre ellos “Acumuladores Generalito”, otra inventiva de Jesús Zaleta fue injertar a los acumuladores de fábrica una celda, que él llamó “celda hija”, que dio mejor eficiencia al sistema eléctrico de muchos vehículos; fue tan eficaz su trabajo que los mismos mecánicos eléctricos de Poza Rica recomendaban sus productos, al pasar del tiempo Jesús puso otro taller y traspasó “El Pisa y Arranca”, que aun sigue vigente y la gente sigue pidiendo al chofer, frente al El Pisa y Arranca, bajan.
El “Puente Chiquito”, que consistió en unas láminas de acero como cubierta sobre tubos transversales al sentido de una zanja de desagüe, fue la segunda detención del recorrido a la Petromex, este diminuto viaducto se construyó días después que el puente sobre el arroyo el Huéleque en el punto donde confluyen cuatro colonias: Laredo, Americana, Aviación Vieja y Obrera, bajo el puente chiquito fluía el caudal de las aguas pluviales hacía el arroyo, agua que bajaba del Cerro del Abuelo, este puente dio secuencia al flujo vehicular en su mayoría era de Petróleos Mexicanos, más tarde se edificó el tanque de almacenamiento de aceite Nº 27, que tomó el relevo como parada, y se llamó “El Tanque 27”, en la actualidad se pide frente al Seguro Social, en alusión al nosocomio frente a la calle privada, “Ferrocarril”.
Frente al “Cuartel” parada eminentemente para los militares de aquel fortín, que al encuartelarse en una parada común con recelo para los vigías del cuarte del “Séptimo Batallón de Infantería”, después se empezó a desplantar “El estadio 18 de Marzo” y cientos de atletas convergían a la pista de atletismo convocados por el maestro Marcos López, el equipo profesional de segunda división, Poza Rica F. C. también entrenaba en césped del campo y muchos tomaban un taxi o autobús urbano para ver a sus ídolos, al llegar al decían al conductor, pedían ahí su parada con maleta en mano, después se generalizó y se convirtió “Frente al Cuartel”, el que ya no existe ahí, pero si las instalaciones militares que no inhiben el nombre.
Dos centenarios arboles en la esquina donde actualmente está la Casa de Cultura fueron “Los Mangos”, equina que delimita la enorme área que heredó Petróleos Mexicanos de la Compañía El Águila, superficie longitudinal delimitada a los lados por la vías de “La Maquinita” y a lo largo de la Avenida Central Poniente: el punto donde estuvieron los afamados mangos es una de tantas calles perpendiculares, denominadas por la nomenclatura “Privada Ferrocarril”, la parada desapareció en los años ochentas cuando se construyó el despacho de guardias, así se llama el lugar donde sale el personal de Pemex a sus áreas de trabajo en las unidades de la empresa, hoy las paradas son en la Casa de Cultura o Despacho de Guardias.
Sobre el recorrido de la avenida y dejando la parada anterior se prolonga la barda de los talleres de Inspección Tubular, un lugar de escasas viviendas pero muy dinámica en ciertas horas, en los fines de semana se anima el ambiente en los fastuosos campos debidamente cuidados para beisbol y futbol, en estos días de juegos es muy común descender pidiendo la clásica parada “La Tubular”, en la acera de enfrente están las trampas de diablos junto al “Campo Poza Rica V” y adyacente a la entrada del pozo seis quemado, ahí se desarrolló una zona urbana; en la parte dorsal de los campos el asentamiento de la Colonia Aviación Vieja, en la actualidad se anexó la parada de “Los Campos”.
Superficie donde se alojó la pista aérea y el almacén a cielo abierto, su nombre original fue Kilómetro 4 y ½”, pues fue la distancia de la derivada entre ese punto y las vías Cobos Furbero, en ese vértice formado por la Avenida y los exrieles se instalaron las oficinas de lo que se llamó por un tiempo del Troncal Ductos, justo en la calle Venustiano Carranza que llevan al CBTIS y la Facultad de Ingeniería, pero afortunado para los nostálgicos y conservadores de los íconos de nuestra ciudad, este importante crucero conserva el nombre del “El 4 ½” donde existe un parador de transporte urbano de gran tradición en Poza Rica y esta importante vía urbana.
El nacimiento de la calla Tamaulipas germinó un conglomerado de caseríos que dio origen a la Colonia del mismo nombre, fue un parador que ha carecido de un parasol por la cantidad de gente que transita y hace el uso del transporte público en la legendaria parada “La Tamaulipas”, a una cuadra del hotel “Astoria” y más adelante “La Azcapotzalco” calle que desemboca en el corazón de la Petromex, frente de la Cerro Azul, en su vientre brotaron un centenar de casas que se puede percibir a cada paso que se da en un cada calle o cada callejón una digna historia que emana del petróleo en su mayoría.
Más adelante la voz desaforada solicitaba al operador la parada para descender del vehículo, en “La Benito Juárez”, recinto educativo que inmortaliza a Don Adolfo Rendón, héroe de una hazaña laboral que lo llevó a un digno momento de gloria en el punto crucial de su recompensa, cuando bajo el asombro colectivo, sólo pidió la edificación de la escuela “Articulo 123 Benito Juárez”, como estímulo a su épico acto. ¡y desde entonces no ha existido hazaña similar!.
La agencia de cerveza Carta Blanca instaló un deposito de cerveza alemana que se fabricó en el país “La Kloster”, la construcción sui generis del depósito fue en un terreno de la señora María Luisa Delgado Osorio, el singular deposito tenía una letra “K” que le dio una arquitectura particular y llamativa, pronto tomó fama y se metió en el lenguaje de la gente, hasta que se constituyó como una parada, los pasajeros le decían al chofer al momento de pagar su pasaje, en “La Kloster”, sitio de efímera historia ya que la cerveza no tuvo aceptación y su lugar lo tomó otro negocio.
Próximos a la Petromex y frente al domicilio de la familia Herrera, “Los Almendros” se constituyeron en un parador por su bondadosa fronda, este conjunto de árboles silvestres fueron una ubicación para el destino de numerosos colonos hasta que el eminente profesor Rafael Pérez López, puso al favor de los jóvenes una modesta Secundaria, “La Justo Sierra” en la bocacalle Tampico, la que adoptó muy pronto el destino de estudiantes y parada obligada de choferes y taxistas, así de pronto se dejó de decir en “Los Almendros” y se le llamó “La Justo Sierra”, respetando la voluntad oral de la sociedad. ¡Así son las usanzas!.
Siguiendo la travesía de grandes remembranzas y dejando otros sitos de la ruta vial de algunas paradas emblemáticas: “Frente a la Gasolineria” bajan, inmediato a esta, “Frente a la Maderería”, antiguo negocio de la familia Bañuelos en este lugar de gran abolengo, al pasar esta, la avenida Central Oriente inserta con la diagonal que forma con la calle Azcapotzalco, al cruzar el pequeño puente se ve el alma comercial de “La Petromex” limitando con la acera de la calle sesgada, en hilera: el Molino y la tienda de Don Trini Mar, la Carnicería de Don Manuel Villegas, la farmacia del Dr. Víctor Rosas, la peluquería de los hermanos Torres, el recordado cine Petromex y muchos que han hecho historia.
Al final se llega al “Sitio de la PetroMex” donde el aire del terruño conforta a todos, de esta manera los moradores de “La PetroMex” se relacionaban con el comercio en el centro de la ciudad, esta pequeña congregación que nació con el encanto del petróleo y se realizó con identidad propia, en la actualidad significativa colonia que conserva sus frescas raíces, posee su propia identidad y símbolos, conservan con fervor sus tradiciones y manifiestan con afecto su orgullo de pertenencia, han sabido infundir a las generaciones subsecuentes su valiosa y legendaria historia.