Por Doc. Kiskesabe
Dr. Ignacio Espinosa
Médico Internista
Tels: 782 82 263 52 y 782 888 0056.
Ya he comentado que errar es de humanos y que en medicina, los únicos médicos que no se equivocan son los muertos y los que no ejercen la profesión. Yo estoy vivo y ejerzo mi profesión y ayer le fallé a un enfermo.
_¿Puedo pasar?_ Me preguntó una mujer adulta, inmediatamente después de que salió un paciente y sin darme tiempo ni siquiera a archivar el expediente del paciente recien atendido. La mujer denotaba en su semblante un gesto de ansiedad y desesperación y urgencia de ser atendida, aunque el aspecto físico general no se notaba deteriorada ni en su arreglo personal ni manifestaba evidencias físicas de alguna enfermedad grave.
_ .Pase._ Le dije._ Se sentó frente a mi y atropelladamente me dijo:
_. Tengo un problema de varios meses, orino muchas veces, y tengo una bacteria, ya me han dado muchos tratamientos, y estudios y sigo igual. Llevo mucho tiempo, y la orinadera no se me quita….
_. Dígame su nombre, a que se dedica._ La interrumpi para identificarla….
_.Quiero que me escuche por favor._ me interrumpió desesperada y en tono demandante._ Le aclaro que soy sorda desde niña por un defecto congénito de mis oídos, para lo cual me han operado varias veces y no he quedado bien. ¡Le pido que me escuche!.
Repitió elevando la voz. Oi que me explicó las peripecias de sus oídos y entendí que no me escuchó cuando yo le pregunte en mi tono normal, sus datos de identificación.
Traté de concentrarme en escucharla.
_.Ya me han hecho un montón de estudios_. Dijo sacando de una bolsa varias carpetas de estudios._ Tengo una bacteria en los riñones…creo que “”cherichia coli”. Me han hecho varios cultivos de orina y el último hace dos dias ya me reportaron que esta negativo, pero yo sigo con mi orinadera…
_. Eso es bueno, si el cultivo es negativo quiere decir que ya no tiene infección activa y la orinadera es por otra causa._ La interrumpí con el fin de romper su círculo de ansiedad y desesperación tratando de tranquilizarla.
_.¡Le pido nuevamente que me escuche!._ me repitió en tono elevado, propio de los sordos que suben el tono de voz por razones obvias, ellos no se escuchan bien, y piensan que tampoco son escuchados._ me han hecho varios ultrasonidos y el último dice que tengo datos de inflamación crónica en los riñones.
_. ¡Ah! Eso del ultrasonido es bueno, porque significa que si el cultivo de orina es negativo, no hay infección aguda y el reporte del ultrasonido en realidad significa que quedaron cicatrices en los riñones, nada grave._Le dije con el fin, nuevamente de calmarla, después de leer el resultado del cultivo y el del ultrasonido.
_. ¡Como que no es grave lo del ultrasonido! Es que usted no me quiere escuchar._espetó bruscamente, y tomando los estudios y recetas que aún no revisaba los metió a su bolsa, se paró, me dio la espalda y se alejó bruscamente. _Me ha defraudado usted._ finalizo y se fue sin escuchar mi súplica de que esperara para darle una explicación.
No me dio tiempo suficiente para escuchar mi llamado de que me escuchara a mi.
Un diálogo de sordos, eso sucedió, ella con sordera física y yo con sordera funcional porque reconozco que no fui capaz en ese momento de entender su exigencia de que la escuchara. No supe si otro paciente le recomendó que viniera conmigo, si llegó por leer mi columna en La Opinión, ni su nombre, ni oportunidad de registrar su teléfono.
Gajes del oficio, de cualquier oficio, médico, abogado, comunicador, periodista, mecánico o taxista, maestro o plomero, existen satisfacciones y sinsabores. En medicina trabajamos con mucha incertidumbre, con personas que sufren o gozan, trabajamos con problemas orgánicos, emocionales , sociales y culturales y hay mucho riesgo de fallarle a los enfermos cuando sus expectativas que tienen del médico no son satisfechas, se rompe la relación médico paciente y esto sucede con frecuencia cuando los enfermos portan gran ansiedad y desesperación. Obviamente, también cuenta el estado emocional del médico y se combina con las expectativas que el médico tiene con cada enfermo.
Por la naturaleza del caso, esta persona no corre grave peligro debido a mi imcompetencia para escucharla, pero no deja de “dolerme el orgullo”, como dice Mafalda. Posiblemente la orinadera, como decía la enferma, sea debido a una vejiga neurogénica, vejiga nerviosa, no grave pero si alarmante. Es terriblemente impactante en lo emocional estar ciego o sordo y esto, puede provocar síntomas sicosomáticos en todos nuestros órganos, incluyendo vías urinarias.
El caso anterior me hizo recordar una de mis primeros sinsabores y satisfacciones del ser médico, allá por 1969, recien salido de la escuela, cuando empecé a ejercer como eterno aprendiz, ante la muerte de una niña de 6 años de edad con meningitis purulenta, una de las tías tajantemente me señaló directo y en público, como responsable de esa muerte.
Pero la madre de esa niña se encargó de detener tal señalamiento al comentar con su hermana que yo no era responsable de esa muerte pues le había explicado ampliamente la gravedad de la meningitis y el alto riesgo de muerte y que ella como madre estaba muy agradecida con mis atenciones porque observó que estuve al tanto de la niña durante los 6 días que permaneció hospitalizada en estado grave, inconsciente, y se dio cuenta que incluso en mis noches de descanso yo estuve al tanto de la atención de su hija.
Un consultorio médico en realidad debe ser un escuchatorio. Debemos tener cuidado de no abusar del “ojo clínico”o al “ojo de buen cubero”.
Espero por este medio le llegue un ofrecimiento de mis respetos hacia su persona.
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