Poza Rica, una mirada atrás
José Luis Rodríguez Badillo
Cronista municipal
El viaducto fue diseñado por el Ing. Enrique Soto Trejo, joven profesionista que llegó a Poza Rica para apoyar en la reconstrucción de la refinería después de la dramática explosión del 14 de agosto de 1966. En su acervo académico, existía en su brillante mente de ingeniero civil su innovadora técnica de Análisis Estructural, que por primera vez se usó en la construcción de esta singular obra que colmó de orgullo al país, en particular a esta ciudad. Puente que a más de cincuenta años sigue operando aún con cargas por encima de su diseño, que continúa cumpliendo con el servicio de su importante estratégica con la que se erigió.
El Ing. Enrique Soto Trejo nació en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, el 17 de mayo de 1933. Sus estudios básicos lo realizó bajo un peregrinar nacional, como un involuntario trotamundos académico, toda vez que su papá fue ingeniero civil y tuvo obras por todo el país por encargo del gobierno federal, cuando se inició la epopeya de la construcción del México moderno en Morelia, León, Distrito Federal y varias ciudades, motivó que sus estudios previos a la instrucción superior los realizara de manera distinta a lo convencional. La carrera de ingeniero civil la cursó en la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura del Instituto Politécnico Nacional, en donde felizmente se tituló.
Llegó a Poza Rica después de la lamentable explosión del 14 de agosto de 1966, colaborando con la Gerencia de Proyectos y Construcción, conocida como GPC. En ese tiempo indeleble en la vida de los pozarricenses, el secretario general de la Sección 30 del Sindicato de los Trabajadores Petroleros era el Sr. Samuel Terrazas Zozaya y el presidente municipal de Poza Rica era el Ing. Luis Vázquez O’Farrill. Soto Trejo aún muy joven, se caracterizó por ser muy alegre, romántico y encontró en la ciudad a la que llegó a trabajar ambiente que embonó perfecto a su estilo de vida.

Ing. Enrique Soto Trejo.
El joven profesionista se hospedó en un hotel céntrico de Poza Rica, donde tuvo trato con varios futbolistas, basquetbolistas y beisbolistas de los equipos locales, con quienes enlazó una grata amistad, entre ellos Fernando “El Gavilán” García, entrenador del equipo profesional de futbol de Segunda División, y en el vestíbulo del hotel con huéspedes distinguidos como el matador de toros Lorenzo Garza, que vino hacer una corrida de toros. El sábado 20 de agosto de 1966 que llegó Enrique, lo recibió su hermano Rodolfo, quien trabajaba en Petróleos Mexicanos.
Por la noche su hermano lo invitó a cenar al Café Mante, frente al mercado. Una grata emoción le causó ver el febril dinamismo de los trabajadores con su atavío laboral, su reluciente casco y la mochila al hombro andando en ambas aceras de las calles iluminadas. Al siguiente día, domingo 21, se unió al grupo de ingenieros encargados de los trabajos de rehabilitación de la Refinería de Nuevos Proyectos: ingenieros Rodolfo Domínguez Calzada, superintendente de Distrito de Poza Rica; Felipe López, Rubén Vázquez Rinza y Andrés Andrade Díaz.
Al concluir su actividad en la refinería, sus vínculos de amistad en la sociedad, el grupo técnica y laboral de Poza Rica, quienes ya gozaban de su simpatía, fueron Fernando Schwartz Aguilar, Sr. Marcos López Mora, Arq. Arturo Ham Fernández, Arq. César Lugo Barrera, Héctor Uribe y Camilo Martínez y el eminente Dr. Pedro Allison Sierra, entre otros más. En especial el Sr. Samuel Terrazas Zozaya, quien era secretario general de La Sección 30. Al saber de su conocida capacidad en el Cálculo Estructural, le solicitó un proyecto para construir un puente vehicular sobre el arroyo Mollejón para unir la calle Pípila, de la colonia Manuel Ávila Camacho, y resolver el paso con la colonia Santa Emilia, donde solo existía un viejo puente peatonal de tubería, disminuido por la corrosión.

Etapa de construcción del puente El Pípila.
El arroyo Mollejón es uno de los siete que fracciona la ciudad hasta su enlace con el río Cazones, en donde desemboca. El problema afectaba el tráfico vehicular, ya que se congestionaba en las horas pico, quitando eficiencia al tránsito en el punto del único puente que existía en el Kilómetro 52, que era necesario dar la vuelta hasta estos viaductos, que solo tenía un carril en cada sentido, paso para comunicar las avenidas Independencia y Chapultepec.
El desarrollo de la colonia Santa Emilia requería servicio de autobuses urbanos y era necesario un puente en la calle Pípila, que pasa por el parque Cuauhtémoc, adyacente a la Escuela Enrique C. Rébsamen. El proyecto fue cuando Samuel Terrazas Zozaya le solicitó al Ing. Soto Trejo, quien en su corta estancia en Poza Rica tenía fama de diseñador estructural, de lo que se carencia en la ciudad. Sin discusión, Enrique visitó el punto del futuro proyecto y de inmediato se puso a trabajar en su despacho técnico, basado en un modelo de ingeniería novedoso.
Soto Trejo proyectó el puente con veinte metros de largo por siete de ancho, su propuesta consistió en una Losarmadura, sistema de construcción híbrido con tubería de acero y concreto hidráulico. La técnica consistió en eliminar las trabes de concreto convencionales por prismas de concreto rectangulares en forma de trapezoides, ligados con tubería longitudinal de doce pulgadas de diámetro y de seis transversales, dando funcionalidad estructural y estética singular, con buen ahorro estimado de veinte por ciento de recursos económicos. Iniciando el trámite de construcción en septiembre de 1969.

Puente El Pípila visto desde la colonia Manuel Ávila Camacho en 1982.
Previamente se levantó una pila de mampostería de piedra braza al centro del claro del futuro puente, en los extremos, los aproches que sirvieron de cimentación junto con la pila central, la piedra braza se junteó con mortero proporcionado, en donde descansa la Losarmadura, que representa una superficie de rodamiento de dos claros de diez metros cada uno, descansando en la pila central, desplantada en el centro del arroyo, con cimentación de concreto armado y cuerpo de piedra.
El diseño arquitectónico no reñía con la innovadora técnica y belleza estructural, en la superficie del viaducto se colaron banquetas tipo cantiléver por los costados, que están acompañadas de un barandal tubular de acero, dando paso a peatones y niños que acuden a la legendaria Escuela Enrique C. Rébsamen, Poza de Cuero y al parque Cuauhtémoc, que era una de las principales prioridades de los vecinos de ambos lados del arroyo Mollejón.
Por la noche, el puente lucía seis arbotantes y una iluminación perfecta para los transeúntes que tienen que pasar por el puente. Es considerado el único puente de tener el privilegio de constar con patente en el país y, tal vez en el mundo, toda vez que el Ing. Enrique Soto Trejo formalizó los trámites correspondientes para registrar su técnica en 1967, la que al final quedó con el número 115982 de Patente de Invención, por la Secretaria de Industria y Comercio. En ese mismo año logró enaltecer la ciudad de Poza Rica, que evidenció ser pionera en muchos conceptos de su vida social, técnica y cultural.

Puente El Pípila en 1970, recién inaugurado.
En su apertura, el puente tomó el nombre de El Pípila, uniendo la calle con el mismo nombre en ambos lados del arroyo Mollejón. En cada uno de los lados del cuerpo se colocó una placa restrictiva a vehículos Quince Toneladas de Peso Máximo. La superficie del puente lucía ensamblada a los niveles de ambos extremos, que se acoplaban de forma tersa, como lo marca la norma de construcción. Era cómodo pasar por ahí, sin irregularidad alguna en las uniones.
A la inauguración asistieron las fuerzas vivas de Poza Rica, Ing. Jesús Carranza Marín, presidente municipal; diputado Ing. Luis Vázquez O’Farrill; Sr. Samuel Terrazas Zozaya, secretario general de la Sección 30; el superintendente Distrito Poza Rica de Petróleos Mexicanos, Ing. Rodolfo Domínguez Calzada; Ing. Ignacio Jaramillo, superintendente de GPC, eminente profesor de estructuras en la ESIA y profesor de Arturo Ham Fernández, Héctor Uribe, César Lugo Barrera, Eddy Basáñez y Enrique Soto Trejo, entre otros. Quienes aquel jueves 1 de enero de 1970 asistieron a la inauguración del hoy legendario puente El Pípila, en el que en su tiempo se invirtieron $135,000.00.
El puente surgió al comentario público nuevamente cinco años más tarde, cuando el Ing. Enrique Soto Trejo recibió con justo mérito, el Premio Nacional de Diseño del Instituto Nacional del Comercio Exterior en 1971, por su aportación a la industria de la construcción del mundo entero, de su Innovadora Técnica Probada en gran cantidad de edificios de nuestro país, pero de manera sobrada en Poza Rica, donde existen más de una docena de inmuebles con su firma de ingeniería que varios arquitectos construyeron. Lo que dio un inmenso valor agregado al puente El Pípila y a nuestra ciudad.

En agosto de 1969, colado de las losas de rodamiento.
Se cumplieron cincuenta y cuatro años de aquella proeza de ingeniería, que deja constancia de que lo que se hace bien, cumple con la vida útil diseñada; pero no se puede esto cuando la ingeniería va en sentido contrario a la normatividad y el sentido común. Hoy en día el puente El Pípila está a punto de colapsarse de forma súbita, por indiferencia de las autoridades se cayeron las placas restrictivas de la carga máxima que debe de cruzar por el puente y no fueron repuestas nunca, además de un histórico y ausente programa de mantenimiento. Es urgente hacer inspección y así poder valorar si no está comprometida la estructura.
A simple vista el puente se ve drásticamente desnivelado en uno de sus costados, puede ser un asentamiento del extremo de la pila central, por lo que en necesario hacer una inspección y emitir un dictamen, de lo contrario haría inminente sacarlo de operación.
Aunado a su longevidad, está riñendo contra los elementos nocivos derivado de las aguas que saturan el lecho del arroyo con diversos químicos que se vierten de manera irracional por los drenajes, donde llegan ácido, cloro y cientos de líquidos que han dañado de manera irreversibles la cimentación y han reducido la resistencia del acero en la zapata central. Es imperante restringir los vehículos con exceso de carga por encima del puente. ¡Salvemos el puente El Pípila!
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