En teoría, los sindicatos existen para defender los derechos de los trabajadores. En la práctica, algunos terminan siendo solo una extensión del poder político en turno. Tal parece ser el caso del Sindicato “Eduardo Núñez Marín”, el más numeroso de los cuatro que existen actualmente dentro del Ayuntamiento de Poza Rica, pero que hoy por hoy atraviesa su peor momento de legitimidad y credibilidad.
Y es que desde la llegada de Vicente Guzmán Oliver a la dirigencia sindical, el desencanto entre los agremiados ha sido evidente. Su gestión ha estado marcada por el descontento, la sumisión y las acusaciones. Más de la mitad de los trabajadores bajo su representación no solo están inconformes con su desempeño, sino que lo califican abiertamente como un lacayo del poder municipal.
Lo más preocupante es que, pese a señalamientos por irregularidades en su reelección, Guzmán Oliver fue ratificado recientemente como dirigente. Para muchos, eso solo confirma que las estructuras internas del sindicato han sido cooptadas, y que ya no existe un verdadero contrapeso que defienda los derechos laborales frente al gobierno municipal.
Los trabajadores denuncian que, bajo su mando, el sindicato ha perdido fuerza, dignidad y capacidad de negociación. De igual forma, acusan que se han dejado pasar abusos laborales, violaciones al contrato colectivo, retrasos en prestaciones, y lo más grave, una presunta venta de bases que favorecen a empleados de confianza que ya fueron sindicalizados, aumentando indiscriminadamente el número de trabajadores, algunos con los niveles más altos del escalafón, sin haber hecho carrera ni méritos.
Todo esto ocurre –dicen los inconformes– con la complacencia, o peor aún, con la complicidad del propio dirigente. No es casual que algunos comiencen ya a hablar de exigir una auditoría a fondo en el manejo de los recursos del sindicato Eduardo Núñez Marín.
Las sospechas de mala administración financiera crecen y no parece que Vicente Guzmán tenga intenciones de transparentar nada; dicha situación es lamentable.
Un sindicato que alguna vez fue fuerte y respetado, hoy es señalado como un instrumento al servicio del poder, dirigido por un personaje que ha dejado de representar a sus compañeros para ponerse al servicio de quien ocupa la presidencia municipal en turno.
En tiempos donde los derechos laborales son cada vez más vulnerables, contar con una dirigencia sindical débil, opaca y servil no es solo una traición al movimiento obrero… es una amenaza directa a la dignidad de los trabajadores.