Poza Rica FC, campeón del Torneo de Copa en 1958

Un título de ilusión

UNA MIRADA ATRÁS

POR: ING. JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ BADILLO

Los Petroleros de Poza Rica surgieron en el año de 1958 para hacer realidad el sueño de la inmensa y conocedora afición de esta ciudad. El Ing. Jaime J. Merino, superintendente de este Distrito de Petróleos Mexicanos, designó al Sr. Abel C. Anincer para incorporar a los mejores futbolistas para hacer un equipo campeón y de inmediato subirlo a la Primera División del futbol mexicano. El equipo debutó en Monterrey con un sorprendente empate contra Los Rayados, a partir de ahí hilvanó triunfos, caídas dolorosas y lujuriante alegría de los fanáticos de Poza Rica, después de lograr ser campeón de Copa en su primera temporada.

Como presidente del equipo de futbol Poza Rica FC, Abel C. Anincer, tuvo cartera libre para contratar lo mejor en el mercado aquel año, fue como llegaron a esta ciudad Ángel Papadopulos como entrenador, quien concilió con Anincer en la lista de jugadores, que inició con Alfonso «El Pescado» Portugal Díaz, Armando de Paredes Valle, Cruz “El Chato” Marín Illescas, Gerónimo “Glostora» García Estrada, Juan Bosco Martínez, José “El Pepín” González, Javier Tepa Gómez, Zacarías Martínez Cortés, Héctor Segura Ramírez, César Gamboa, Carlos Calderón de la Barca, Carlos Mondragón, Miguel “Mulo” Gutiérrez y Gustavo “El Gugu” Gutiérrez.

La guarida petrolera fue el parque de beisbol Jaime J. Merino, que curiosamente cuando se jugaba futbol la afición le llamaba Campo Merino. El equipo debutó en la Ciudad de Monterrey el 13 de julio de 1958 empatando a dos goles con los regiomontanos. El conjunto fue recibido como una víctima segura y al término de los noventa minutos los locales apenas pudieron lograr la igualada antes del fin del juego, fue así como los Petroleros regresaron a Poza Rica con su primer punto, en la breve historia que dejaría el equipo petrolero gracias al empate a dos goles.

El equipo de los Súper Petroleros de Poza Rica.

El domingo 20 julio de 1958 el Campo Merino muy temprano abrió las puertas y en cuestión de minutos, mientras se llevaba a cabo el partido preliminar, las gradas se colmaron con siete mil aficionados de Poza Rica y lugares conurbados; al mediodía el equipo sale al campo por una puerta que se construyó en la cerca del center field, ya que los vestidores eran los de la cancha que se usaban en el basquetbol.

Aquel inolvidable domingo los Petroleros daban la bienvenida al equipo Oviedo. Este singular equipo nació en la ciudad de Pachuca, de ahí pasó a Tlalnepantla, Estado de México, y en esa temporada jugaba en Texcoco. Aquel día, el equipo local satisfizo las ansias por ver futbol profesional en esta plaza. Tanto que se convirtió en atractivo para los comercios el patrocinio de las transmisiones por radio de los juegos dentro y fuera de Poza Rica, pues había un equipo que pronto topó altos techos, admiró a muchos y sorprendió a la prensa especializada.

El desarrollo del partido inició con un estruendoso griterío de gran satisfacción y de enorme alegría, una verdadera fiesta que al templarse el ánimo y particular atención la afición fue reconociendo poco a poco a sus futuros ídolos; la clase de los petroleros de inmediato afloró, la fanaticada disfrutaba ver a los jugadores que parecían estar conciliándose con su público, el equipo Oviedo opuso muy poca resistencia a la demoledora delantera petrolera, que terminó arrollándolos, al ganar de manera contundente 5-0, con dos goles de Zacarías Martínez Cortés, uno de Carlos Calderón de la Barca, otro más de Héctor Segura Ramírez y el quinto de César Gamboa, que sellaron un magistral comienzo ante los suyos y así entraron por la puerta triunfal que cruzó por muchos años.

Terminando la primera vuelta y al iniciar la segunda, ya que en ese tiempo la temporada constaba de juegos de visita recíproca, llegó José Moncebáez Maceda, a quien se conoció cariñosamente como “Pepe Moncebáez” o Monce. De la mano de este gran entrenador, de particular Don de gente, dirigió al equipo y continuó la contienda, conformó el grupo con gran hermandad y armonía tal, que se veía en el campo de juego gran cohesión futbolera, aunque el equipo andaba ligeramente arriba de la media tabla de 18 equipos.

El privilegio que tuvieron los jugadores de Poza Rica FC.

La liga la integraban los conjuntos: Cuautla, Nacional, Oviedo, Tepic, Monterrey, Poza Rica, Irapuato, La Piedad, Querétaro, Valladolid, Tampico, Salamanca, San Luis, Ciudad Victoria, UNAM, Municipal de Irapuato, Morelia y Orizaba. Al final de la larga temporada de treinta y dos partidos el campeón fue Tampico, con un imponente paso que lo ascendió a la Primera División de una manera aplastante, ya que solo perdió un partido contra La Piedad 2-1. En el puerto tampiqueño trituró a todos los rivales, logró veintiocho triunfos y tres empates, anotaron 114 goles, que a la fecha es un récord vigente, y su jugador Antonio Pérsico fue el campeón goleador de la temporada con 44 tantos.

Poza Rica finalizó la temporada a media tabla, pero fue la revelación y así empezó el Torneo de Copa, donde se recuerda el juego contra Tampico en el Campo Merino. Asistió mucha gente de origen tampiqueño que vivía en Poza Rica por motivos de trabajo, sufriendo de sentimientos encontrado por su amor a ambas ciudades. Aquel día el lleno era total, con porras para ambos equipos en tanto se jugaba el partido preliminar; en aquella fecha la afición ya tenía referidos a sus ídolos, sabida de su calidad, la que apreciaba y se enorgullecía de eso, cualidades que hicieron que empezara a florecer la pasión en Poza Rica por el futbol.

Aquel domingo, los Petroleros de Poza Rica perdieron por lesión a Cruz «El Chato» Marín Illescas, su portero. Su lugar lo ocupó improvisadamente Alfonso «El Pescado» Portugal Díaz, quien durante buena parte del juego mantuvo su portería inviolable, gracias a la estoica y férrea defensa que integraba Armando Paredes Valle, Jaime “El Tepa” Gómez y Carlos Mondragón, ya que se debe de recordar que en ese tiempo no existían cambios de jugadores por ningún motivo. Lo que maniató a los locales petroleros, que sudaron con creces la camiseta.

El equipo previo al encuentro Tampico vs. Poza Rica.

Una imagen indeleble de la memoria de aquel juego fue la que estampó un diario, en la que se ve vencido a «El Pescado» Portugal sobre el área chica, ese gol se derivó al resbalar Liborio, un defensa de Poza Rica, que cae al suelo y el balón va raso a la portería, pasó entre la pierna de «Glostora» García y la mirada impotente de Portugal, que angustioso ve caer el segundo gol, imagen en la que se ve al fondo las gradas del segundo piso repletas de seguidores de ambos equipos. Al final de los noventa minutos, los visitantes Jaibos de Tampico terminaron imponiéndose a Poza Rica 3-1, aquel 2 de noviembre de 1958.

Los Petroleros vendrían por una revancha que les dejó un sabor muy dulce pocos días después. Al llegar el Torneo de Copa de la Segunda División se volvieron a enfrentar, después que ambos habían ganado todos sus juegos; los dos llegaban en esa ocasión al partido final de la Copa México. Noche en que Poza Rica ganó con contundente marcador de 3-1 a Tampico. El primero lo anotó Zacarías Martínez Cortés, el segundo Mónico “Faroles” Rueda y el tercero, que dio seguridad al triunfo, fue de Miguel “Mulo” Gutiérrez. De esa forma, los Petroleros se alzaron con la Copa, que fue vitoreada por los jugadores, quienes realizaron una vuelta olímpica en hombros de sus aficionados.

Días más tarde ambos disputaron el trofeo Campeón de Campeones, siendo Tampico el que salió victorioso y se quedó con el ansiado galardón; de esta forma los petroleros marcaron su terreno en el Campo Merino, donde sentó sus reales en sus diez años en el circuito, que salieron con banderas desplegadas; además, selló una imagen de un equipo de absoluto respeto para todos sus rivales. Jamás quedó por abajo del cuarto lugar. Fue tres veces subcampeón de Liga y tres campeón de Copa en las temporadas 1958-1959, 1960-1961, 1962-1963, 1964-1965, 1966-1967 y 1967-1968; así como Campeón de Campeones en los torneos 1960-1961 y 1967-1968.

La escuadra después de un entrenamiento en el Estadio 18 de Marzo.

En aquella década fue muy destacado los tres títulos de goleo que conquistó Carlos González Cabrera, que desde su llegada a Poza Rica formó la dupla más letal de goleo en la Segunda División de futbol profesional con Carlos Calderón de La Barca, ya que ambos fueron artífices de la historia del equipo petrolero, además de haber sido parte de las épicas batallas contra estos equipos, juegos que se convirtieron en singulares clásicos de este deporte mientras militaron en la Liga de Segunda División Profesional, misma a la que le dieron mucha calidad y máximo prestigio.

Quedó en el recuerdo de la fanaticada que fue a ver los juegos cuando Poza Rica visitó a Tampico para jugar contra los equipos La Jaiba Brava y La Refinería Madero; al transitar por la Brecha de la Huasteca se introducían a ese camino en Potrero de Llano, desde ahí era pura terracería en mal estado, cruzar los esteros de Cucharas y Mamey, más adelante La Laja y bordear las antiguas estaciones de rebombe Horconcitos y Llano de Bustos, entre otras, hasta llegar a Mata Redonda, donde estuvieran las gigantescas instalaciones de la Huasteca Petroleum Company y al famoso lugar a la ribera sur del río Pánuco.

Por este legendario río, límite geográfico de los estados de Veracruz y Tamaulipas, que se cruza sobre el legendario chalán Rufo, donde la esperaba para abordarse por varias horas, esperando el turno para subir a la famosa panga, pretexto para los integrantes de la porra para tomarse un refresco, comer antojitos a base de mariscos con agua de jobito y comprar la fayuca, todo un mercado en movimiento.

Después de cruzar el caudaloso río Pánuco se pasaba junto a la isleta Pérez y en cuestión de 20 minutos ya estaban en el esperado ámbito del Estadio Tampico, en la avenida Ejército Mexicano, para comprar la torta, los elotes asados o algo para entrar al estadio, algo para llevar, porque al concluir el juego se iniciaba de inmediato el retorno a Poza Rica, con la mismas condiciones en el chalán Rufo, en donde se hacía una hilera de hasta cincuenta camiones de Petróleos Mexicanos que transportaba la aguerrida porra. Es de destacar que los jugadores viajaban en avión a los lugares más alejados como Torreón, Tepic o Guadalajara, prerrogativa que no tenían equipos algunos de la Primera División, mucho menos de Segunda. ¡Así fueron aquellos Petroleros del Poza Rica FC!

Quienes no podían asistir a Tampico, escuchaban el juego por la XEFW.

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