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Increíble historia publicada por La Opinión en 1959
Luis Navarro Arteaga
Un cerdo cuya propiedad no fue acreditada, una mujer herida, un veterano de la Revolución Mexicana que mató a un policía y una balacera en la que un grupo de gendarmes masacraron al ex combatiente, es la mezcla de la increíble historia que La Opinión publicó el viernes 13 de febrero de 1959.
La noticia tuvo esta cabeza: Donaciano Rivas fue muerto por tratar de detener a un nacatero. El texto firmado por el inolvidable Roberto Ruiz Escamilla T. en ese entonces jefe de redacción de LA OPINIÓN refiere que la mañana del jueves 12 de febrero de 1959 el teniente de la policía, Donaciano Rivas Reyes salió de un restaurant de la colonia Ávila Camacho “en compañía del policía Ramón Macías y vio que un individuo iba jalando un cerdo de regular tamaño.
En la época era común el robo de animales así que el uniformado le preguntó a aquel hombre sobre la propiedad del cerdo. Como respuesta obtuvo solo insultos. El hombre del puerco era el nacatero y veterano de la Revolución, Amado Rodríguez Hernández. El Teniente Rivas ordenó al policía Macías que detuviera al ex combatiente.
Sin embargo, el revolucionario sacó un cuchillo que llevaba en la cintura, para herir a Macías, pero a su vez Rivas desenfundó su pistola calibre 45, sin embargo, mientras el teniente cortaba cartucho,” el nacatero Rodríguez, con la mano izquierda sacó un revólver calibre 38 especial” y disparó a Rivas quien antes de morir logró herir a su agresor quien huyó rumbo a la avenida Chapultepec.
El policía Ramón Macías siguió al homicida quien se refugió en “una humilde vivienda ubicada en el callejón Chapultepec” y rápidamente regresó para ir a comunicar lo ocurrido al Inspector de policía, Capitán Rodolfo Reyes Gómez, quien andaba por el rumbo.
“El Capitán sabiendo que el homicida se encontraba escondido en su casa, mandó llamar a su Primer Comandante Felipe Gameros y a la policía disponible, para que lo auxiliaran a detener a Amado Rodríguez”. Los uniformados rodearon la casa del nacatero quien insultaba a los guardianes y afirmaba que solo lo sacarían muerto de su vivienda.
El veterano de la revolución disparó directamente contra el inspector de policía, pero no dio en el blanco y los uniformados accionaron “sus armas escuchándose como 22 o 25 tiros”.
Segundos después “se abrió la puerta y salió (Amado) con la pistola en la mano, pero solo pudo dar dos pasos ya que cayó muerto”
La esposa del finado, María de los Santos de 43 años de edad, se encontraba gravemente herida. Del cerdo Escamilla ya no informa nada más.
Luego se supo que Amado Rodríguez Hernández, a quien no le hizo justicia la Revolución, llegó a Poza Rica huyendo de Tulancingo, Hgo., donde cometió dos o tres crímenes y que aquí ya había sido detenido por la policía porque se le comprobó que se dedicaba a comprar cerdos robados.
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