Poza Rica, una mirada atrás
Poza Rica F. C.
Un Escudo de Jerarquía Nacional e Internacional
Por José Luis Rodríguez Badillo
Con la formación del equipo de futbol profesional los Petroleros de Poza Rica, que debutó en la Segunda División en el año de 1958, época en la que en esta plaza el gusto por el béisbol, era el dominante por una generación de aficionados con edad adulta. Otra venia practicando en el llano el deporte dominante en todo el mundo, el futbol. La anuencia del Ing. Jaime J. Merino para formar un equipo, la dio al Sr. Abel C. Anincer, a quien le asignó facultades para integrar un equipo de gran nivel y calidad, asimismo le dio una cartera virtual con la que emergió a contratar una estela de astros, jugadores que muchos equipos de la Primera División añoraban. Equipazo que desapareció justamente a una década de su debut. La huella de su existencia aun es húmeda y fresca en nuestras mentes, y su escudo aun sella ese inolvidable bordado que portaban en su pecho los jugadores.
El equipo surgió en la Liga de 1958-1959 como Club de Futbol Poza Rica A. C. fue constituido en la Notaria Pública N° 5, a cargo del Lic. Alejandro Sarquís Carriedo del Distrito Judicial de Papantla el 28 de Febrero de 1958. Se emitieron para el capital Social del club, dos mil acciones con valor de quinientos pesos cada una en la primera serie. Estas fueron adquiridas de forma rápida por quienes eran en su momento socios del Poza Rica F. C. Que se conocieron como “Los Petroleros”. El primer Presidente del Club fue el Sr. Abel C. Anincer, michoacano que llegó a esta ciudad por la actividad en la industria petróleo como contratista.
La primera temporada no tuvo escudo y el uniforme fue en lo que menos se ocupó o pensó. En la siguiente temporada llegó José Moncebáez Maceda como Director Técnico, conocido como “Don Pepe Moncebáez”, que al ver que cada jugador se ponía en el entrenamiento un atavío diferente, reportó a la directiva. Me comentó Zacarías Martinez Cortes, jugador del equipo, que sus colegas entrenaban con la camiseta que traían del club de dónde venían, tanto profesional o amateur. Fue en donde nació la necesidad de mandar a elaborar un escudo distintivo del equipo, y los colores para el uniforme. En una reunión de directivos, Abel C. Anincer expuso esto, y el Ing. Merino le instruyó, viera a Julio Merigo castellanos, dibujante y gran caricaturista, cuando tuvieran algunas premisas.
Lo primero que definieron fueron los colores del uniforme, basado sobre el blanco, fueron institucionalistas a la empresa de Petróleos Mexicanos, donde reinó el gris, verde y guinda, que eran comunes en las columnas y fachadas de las gasolineras del país. Los colores relucían en las playeras diseñadas a base de rayas verticales de impecable simetría, el escote era tipo “V”, que en el vértice de la playera caían creando ambos en el contorno del cuello, dos rayas muy juntas. Después a mayor distancia se habría hasta cubrir toda la camiseta. Los espacios que dejaban fueron de color gris de singular combinación. La cenefa del cuello era de color blanco, de análogas características el acabado de las mangas cortas o de las largas, que fue el uniforme de gala para juegos inaugurales, internacionales o de invierno.
Cuando esto era cosa ajena a los jugadores, si iniciaban a disfrutar de la idolatría de la afición local, a la que día a día se ataba anímicamente. En tanto, los medios impresos daban cuenta de sus virtudes, origen e incuestionable calidad; además, por la radio, los principales cronistas deportivos como Agustín Gonzales Escopeta, “Decano de los cronistas deportivos en México”, Don Gustavo Armando Calderón “El Conde”, Fernando Marcos Gonzalez, Ángel Fernández Rugama y Fernando Luengas Martinez, todos, las voces románticas de los años del futbol mexicano, ponderaba la increíble escuadra petrolera, siendo equipo de Segunda División.
Durante las dos primeras temporadas, reclutó a jugadores de la talla de: Mónico “Faroles” Rueda, Alfonso “Pescado” Portugal, Héctor Segura Ramírez, Juan Bosco Martínez, José “El Pepín” González, José Armando Garrido Pérez “El Pichicuas”, Gerónimo “El Glostora” García Estrada, Zacarías Martínez Cortes, Pablo Cornejo, el del Salto Jalisco, Armando de Paredes Valle, Florentino Vázquez Esperanza, Hugo Frank Redding, Arturo Juárez Gomez “El Pelón Juárez”, Carlos “El Grande” Mondragón, Héctor Sandoval Hernández y Francisco Javier “Gato” Montes Juárez entre algunos más que integraron la singular nómina.
Después que Don Julio Merigo recibió algunos indicios para elaborar el bosquejo del futuro escudo, laboró una jornada más, su gran capacidad e intelecto para este tipo de tareas, en poco tiempo sorprendió con la creativa elaboración de la imagen del Escudo del Club de Futbol Poza Rica. Tal vez, Julio nunca sospechó que ese simple dibujo para él, sería un símbolo de gran jerarquía en el medio del futbol, un icono en el que convergería mucha afición que se ufanó de su grandeza años más tarde, escudo que cada semana durante las temporadas se sudaría con dignidad y amor por él, de quienes lo portaron con inmenso orgullo en pastos lejanos, propio, verde o amarillento y en muchos caso, ni césped existía.
Por su contorno, el escudo es de estilo suizo y se divide en secciones, la parte alta se concluye en tres picos, siendo el del centro ligeramente mayor. La porción baja acaba en punta y se dividió en tres fragmentos desiguales, en la parte superior se plasmó Poza Rica, tomando la forma que trazan los picos, en la base de las letras hay una barra delgada dividida en un terceto equitativo que componen los colores de la bandera mexicana, zona que compone en el segundo tercio del escudo.
La tercera pieza está integrada por el sesenta por ciento del área total del singular símbolo, lo integra otro trípode de partes expresando simetría, y representando los emblemas que simbolizaban a la ciudad de aquella inolvidable época. En un fondo blanco se sobrepone “El Charrito” que interpretó la riqueza petrolera de Poza Rica, lapso de bonanza, la que merecidamente acogió el slogan de “Capital Petrolera de México”, y que también simbolizó como insigne de Petróleos Mexicanos, estampas que con tino consideró Julio Merigo Castellanos para el lado izquierdo del tapiz.
El extremo derecho de la misma superficie, es adornado por uno de los símbolos del raudal petrolero en el subsuelo de esta bella y grandiosa ciudad de Poza Rica, es una torre de perforación sobre el terreno sinuoso y bajo el cielo claro y limpio del que gozó con plenitud y florescencia la industria de los hidrocarburos, y el más deseado de los productos que hicieron que esta ciudad tuviera por dos décadas y media, la etapa más rica de su historia, tal vez el perfil que ubicó a los aficionados propios y extraños, con la dosis más fuerte de la existencia del equipo Petrolero.
Al centro de estos dos últimos extremos, encima de un fondo verde olivo, de color negro se ven las letras, “F C”, en alusión a los benévolos socios que adquirieron su acción para inscribirse al Club de futbol, Petroleros de Poza Rica, logrando ser parte de este gran equipo que llamó la atención y admiración de la gente enterada de este deporte, periodistas de las ciudades donde se presentó como visitante, los cronistas de radio, aficionados conocedores de quienes he tenido el alto honor de corresponder a sus solicitudes de dato concerniente a la vida de los Petroleros, los jugadores, sus record, fotografías y compartiendo mis narraciones como esta, lo que me ha permitido ser parte del selecto grupo de cronistas deportivos del país.
Debajo de estas significativas letras, un balón de cuero, aquellos de nuestra muy orgullosa generación que pateaba con particular desenfado en las cascaritas del callejón o en uno campo donde la afición veía los partidos sobre la misma línea de cal y que a cada rato, el árbitro increpaba con la amenaza de suspender el partido. Aquel esférico que era de cuero de res, su particularidad fue tener una cámara de hule inflable por medio de un pivote usando una ahuja especial. Cuando se jugaba con llovía, el balón pesaba lo doble, así, que imaginemos cuando se cabeceaba en la posición del pivote, este quedaba marcado la frente, ¡Grrrrrrr!.
Así fue este legendario escudo lleno de hazañas y gestas del glorioso equipo de futbol, broquel que se guarda en vitrinas de dos equipos brasileños de gran nivel universal. Cuando jugó en Poza Rica “El Santos” en 1959, Armando de Paredes Valle entregó como capitán de los petroleros a su homólogo brasileño un banderín de cortesía, el que llevaba bordado el escudo. De similar forma, cuando se celebró el primer pentagonal internacional de Segunda División, uno de los participantes fue el Bonssuceso. Quienes se llevaron otro banderín que guardan en el armario de este legendario club carioca que llena de orgullo a nuestro ciudad petrolera.
En la indeleble menoría de aficionados de nuestra generación, se resguarda con total recelo aquel tiempo de gloria, aun, las fotografías del equipo Poza Rica F. C. son un regocijo muy especial para recordar a jugadores, su uniforme, los detalles como las medias, el número de cada jugador, las iniciales de cada jugador que portaban en el short y las rodilleras de tablillas cubiertas de cuero, siendo uno de los pocos equipos que las usaban. Así fue aquel equipo que nos embelesó y llena de añoranzas después de más de medio siglo. ¡Para nuestra historia amigos…!
Escudo del glorioso Equipo de Poza Rica F. C. bordado de la época.
Bonssuceso de Brasil, árbitro Rafael Valenzuela Marin y abanderado Rodolfo Acosta; Nemesio “El Niquihua” Hernández Sotelo y el Capitán Armando Paredes.