La educación: factor de bienestar y de transformación social
Enrique Fernández Ramírez
En una entrega anterior abordé el tema de la formación del pensamiento crítico como uno de los aspectos fundamentales derivados del desarrollo humano integral. En esta ocasión continuaré con el análisis de otro de los aspectos que, como consecuencia positiva se espera lograr en los educandos, mediante el desarrollo humano al que debe contribuir la Nueva Escuela Mexicana.
En la fracción II del artículo 12 de la Ley General de Educación, se plantea que se deberá impulsar el desarrollo humano integral para “Propiciar un diálogo continuo entre las humanidades, las artes, la ciencia, la tecnología y la innovación como factores del bienestar y la transformación social.”
Como se puede advertir, lo que se pretende es el bienestar de las personas y de la comunidad, lo que en algunas culturas se conoce como el buen vivir o la alegría de vivir. Sin embargo, este niel de vida no será posible si las condiciones de la sociedad, de la educación, de la política y de la economía no son favorables para este propósito,
Si el funcionamiento sistémico de la sociedad no contribuye al bienestar de toda la población, ha de inferirse de ello que las instituciones que conforman el sistema de gobierno, cuya función originaria es proveer de buen vivir a su población, no están operando adecuadamente. Y en lugar de ser un sistema que vele por el bien común del pueblo, deviene en un sistema opresor e injusto que no beneficia a todos por igual.
Ante este escenario, no es posible seguir manteniendo el estado de cosas. El pueblo, en su afán de justicia y equidad pugnará por la transformación social en aras de lograr una sociedad más igualitaria, donde sea posible vivir bien y ser felices. La transformación social tendrá condición de posibilidad si en los ciudadanos se ha desarrollado el pensamiento crítico.
Así, el proceso de desarrollo humano integral, se caracteriza fundamentalmente en un sentido de transformación social. Desde este punto de vista, la escuela se erige como un puente entre el mundo real y su posible transformación en busca del bienestar y del bien común.
De esta forma, los factores que contribuyen al bienestar y a la transformación social, deberán estar en un equilibrio tal que haya un diálogo permanente entre los diferentes campos del desarrollo humano, (las humanidades, las artes, la ciencia, la tecnología y la innovación), pues a final de cuentas todos están interrelacionados y, cada uno contribuye de manera esencial en la formación integral del educando.
De ahí que es importante que los maestros recuperen las problemáticas que sus estudiantes experimentan en su vida cotidiana. Para esto es importante el diálogo con ellos y estar atentos a sus inquietudes, sus problemas, sus dudas y a sus preguntas. Es tener una actitud de apertura empática hacia lo que los educandos traen al aula.
Es indispensable establecer una forma de relación de aceptación, la cual exige la capacidad de aplazar el juicio sobre el otro, comprender que el alumno es alguien que piensa, cuestiona, se emociona, siente, actúa y vive de forma distinta y que esa forma de ser distinta exige respeto. Reconocer al estudiante, verlo, aceptarlo, respetarlo, tiene que ver con el reconocimiento del Otro, que como yo, es un ser humano.
En sintonía con lo anterior, el docente deberá identificar cómo su bloque, temas o aprendizajes esperados son saberes, que al abordarlos de manera situada y contextualizada con las problemáticas reales de sus alumnos, contribuyen a este diálogo interdisciplinar entre los campos del desarrollo humano, para la solución de problemas personales, comunitarios y globales.
Ya no es tiempo de saberes enciclopédicos, descontextualizados y sin sentido. Es vana la preocupación del docente que pretende que sus alumnos “aprendan” los contenidos del programa escolar, con el fin de avanzar en el cumplimiento de los tiempos administrativos.
Habría que reconsiderar le postura generalizada de la cultura escolar en la educación primaria, de priorizar las asignaturas consideradas como “instrumentales” de español y matemáticas, en detrimento de las humanidades, las artes, la ciencia y la tecnología.
Los estudiantes también deben de aprender historia, geografía, ética, ciencias naturales, educación artística y educación física, que son fundamentales para su educación integral como ser humano.
La dimensión humana integral que se busca desarrollar en los educandos exige asumir la integración disciplinar, la posibilidad de diseñar proyectos que integren diversas disciplinas o asignaturas, y se establezca así el diálogo continuo entre los diferentes campos de desarrollo humano, al relacionarse interdisciplinariamente.

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