Belarús: ¿una nueva revolución de color en la frontera rusa?

Los ecos de la desintegración soviética están presentes en la crisis en Belarús, donde el presidente Alexander Lukashenko tiene los días contados. Sin embargo, el país no se convertirá en otra Ucrania destrozada por la guerra.

Casi 30 años después de la independencia obtenida por la antigua Bielorrusia (Rusia Blanca), las protestas masivas contra el gobierno de Lukashenko nos recuerdan que los nuevos estados nacidos de la Unión Soviética han fracasado en completar su transición a un sistema político viable.

Parte de la Rus de Kiev, del Gran Ducado de Lituania, de la Mancomunidad Polaco-Lituana y del Imperio Ruso en el pasado, Belarús ha sido gobernada por Lukashenko durante los últimos 26 años; ex director de una granja colectiva (koljos) que también sirvió en el Ejército Rojo, Lukashenko simboliza a la élite comunista o nomenklatura—incluyendo al presidente de Rusia, Vladimir Putin—que retiene el poder desde Minsk hasta Asia Central.

En ausencia de una sociedad civil desarrollada e instituciones no estatales fuertes, un problema que ha plagado a otros países como México debido al predominio de un solo partido político, Belarús permaneció bajo un régimen autoritario.

Lukashenko ganó su única elección libre e imparcial en 1994 y desde entonces ha manipulado los resultados de los comicios en intervalos de cinco años. En cada caso surgieron protestas en Minsk, pero la oposición estuvo dividida o fue ignorada por los trabajadores industriales y la población rural, que se benefician de la economía de planificación central.

Este aspecto reviste la mayor importancia para el futuro de Belarús, ya que Lukashenko, tras aprender las duras lecciones de las reformas económicas apoyadas por Occidente en Rusia, logró abatir la pobreza. De acuerdo con el Banco Mundial, el índice de pobreza cayó de 60% a sólo 5% en Belarús, en comparación con un promedio de 14% en Europa y los países de Asia Central.

La desigualdad de ingresos en Belarús es menor que en Ucrania y Rusia; una nueva clase media está emergiendo en la capital (que concentra a dos de sus 9.5 millones de habitantes), gracias a la creación de un parque tecnológico con 450 startups que trabajan en el desarrollo de programas informáticos y tercerización.

Lejos de ser un aliado incondicional de Putin, Lukashenko sacó ventaja del tratado sobre el Estado de la Unión de 2000 con Moscú para obtener subsidios energéticos que permitieron a Belarús importar petróleo ruso a precios por debajo del mercado. Después el crudo era refinado y vendido a escala internacional, generando ganancias anuales por USD $13 mil millones; un acuerdo similar existió para el gas natural, distribuido mediante la vasta red de gasoductos de la era soviética y luego revendido.

El líder bielorruso rechazó cumplir con la mayor cooperación establecida por el tratado, para abrir la economía de su país a la inversión rusa. Jugó con el temor del Kremlin a que Minsk se inclinara hacia Occidente, en una región de relevancia geopolítica crucial, semejante a Ucrania para los intereses de Rusia, incluso comprando petróleo de esquisto estadounidense.

No obstante, las cosas empezaron a cambiar el año pasado, pues Putin ordenó la eliminación gradual de los subsidios energéticos para 2024. Es dentro de este marco que Lukashenko buscó reelegirse el 9 de agosto; una vez más, fue declarado ganador con 78% de los votos en un proceso empañado por denuncias de fraude, pero ahora la oposición cerró filas en torno a la candidata independiente Svetlana Tijanovskaya.

Activista de derechos humanos

Activista de derechos humanos, Tijanovskaya es la esposa del disidente Siarhei Tsijanouski, arrestado en mayo tras anunciar su intención de participar en la elección presidencial. Tijanovskaya huyó del país en las horas siguientes a la votación y recibió asilo en Lituania, donde ha llamado a “continuar y ampliar” las huelgas en el sector industrial que están paralizando la economía.

En su última declaración por video esta semana, dijo al Parlamento Europeo que los manifestantes están siendo “detenidos ilegalmente, encarcelados y golpeados”. La “revolución democrática”, afirmó, no es ni pro rusa ni antirrusa; sin embargo, Tijanovskaya también ha subrayado su disposición a negociar.

Publicado Por -eluniversal.com.mx


Twitter – @laopinionpr
Facebook – @LaOpiniónPozaRica
Youtube – La Opinión Poza Rica

¿Reporte y denuncia?

Si cuentas con imágenes o video que exhiban maltrato, abuso de autoridad, corrupción o cualquier acción inhumana. ¡Por favor, háznoslo saber!

– WhatsApp: (782) 219-94-02 <<< ¡clíck aquí!
– Por e-mail: denuncias@laopinion.net <<< ¡clíck aquí!


La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es Digital.png
La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es Coronavirus-Ok2.png