Una enfermedad llamada doctor

Dr. Ignacio Espinosa Médico Internista

Aborto despenalizado: enhorabuena.

Me permito repetir este controvertido tema del aborto que escribí en septiembre 2008, y en relación con la despenalización reciente del aborto para beneplácito de la mujeres que han vivido las injusticias ante la privación de disponer de su cuerpo como mejor convenga a sus intereses. 

         El aborto es la cuarta causa de muerte materna. En el otrora DF desde que se despenalizó el aborto en 2007, la mortalidad bajo a cero.

https://www.semujeres.cdmx.gob.mx/comunicacion/nota/cdmx-continua-con-cero-muertes-maternas-por-aborto-en-servicios-publicos

Ab, en latín significa privación, separación y ortus= nacimiento. Abortus, aborto, literalmente encarna: privación del nacimiento.

         En la antigua Roma, durante mucho tiempo, el aborto, no era delito, se consideraba al feto como: portivo vicerum matris: hembra que cría a sus hijos entre sus entrañas. En consecuencia, si la mujer abortaba, no hacia otra cosa que disponer de su propio cuerpo; después se consideró inmoral. Entre los aztecas, el aborto era castigado con la pena de muerte, consideraban que perjudicaba los intereses de la comunidad. ¿Por qué ofrendaban doncellas a los dioses? Las reglas morales dependen del momento histórico.

         En Grecia, Aristóletes, admitía el aborto como un recurso político para mantener el equilibrio de la población en armonía con sus medios de subsistencia. Los políticos de hoy, también manipulan con el aborto.

         En Rusia, allá por 1918 se proclamó la impunidad del aborto, dentro de los tres primeros meses.

         El aborto siempre ha existido. La sabia naturaleza lo inventó, forma parte de la selección natural pues los abortos espontáneos se dan por defectos genéticos u hormonales protegiendo la conservación saludable de la especie.

         El aborto provocado es un problema social, es una prolongación del natural o biológico, puesto que a la sociedad la formamos seres biológicos. El hombre, ser biológico, convive con sus semejantes como ser social, convivencia de la cual surgen usos y costumbres, las cuales conforman la moral. De ahí surge la ética, ciencia que estudia el porque de esos usos y costumbres, el porqué y para qué, de esas reglas morales. La ética no impone reglas morales, las explica.

         La esencia de la moral es: no causar daño a seres biológicos y sociales. Existe el derecho a la autonomía: cada persona es libre de decidir por su persona, siempre y cuando no dañe a terceros seres sociales.

         ¿A quien perjudica una mujer si decide eliminar un óvulo fecundado de su propia matriz? Sus motivos ha de tener ¿Quiénes somos nosotros para imponerle los nuestros?

         Los embarazos no deseados son de propiedad exclusiva de quien se embarazó: la mujer. Si fue porque en el momento de la relación sexual de pareja: “HORMONA MATA NEURONA” ¿Por qué no dejar que corrija y ya embarazada permitir que “NEURONA MATE HORMONA”?, parafraseando las reglas del juego de naipes.

         La esencia del dilema del aborto es la lucha de contrarios entre el idealismo fundamentado en el dogma y la dialéctica de la naturaleza, es decir, las dos corrientes filosóficas contrarias, para explicar los fenómenos del mundo, incluido el aborto. No obstante esa lucha, se impone la dialéctica de la naturaleza. Veamos por qué.

         El aborto inducido se da en todas las épocas de la historia de la humanidad y en todas las latitudes, de norte a sur y de este a oeste, en todos los estratos sociales, políticos y económicos, en todas las culturas, y algo no menos importante, el aborto inducido sucede y ha sucedido, aunque existan credos religiosos o legales que lo prohíban ¿Porqué pues tanta alharaca? ¿Cuestiones “moralinas” ramplonas? Hemos de reconocer, es una manifestación del fenómeno humano, no siempre muy humano que digamos. Si el aborto es tan antiguo como las embarazadas ¿Por qué no se acepta como válido?

         En todos los países, avanzados o subdesarrollados, se dan los abortos. En el año 2003 se cuantificaron unos 42 millones de abortos en el mundo, seguramente mal contados pues no todos las mujeres andan pregonando que abortaron, cifra algo menor a los 46 millones de 1995. La disminución fue menor en países desarrollados. En China se realiza una quinta parte de los abortos de todo el mundo ¡Uuuffff! ¡Bravo! por las mujeres chinas abortadoras, de no ser por eso, ya tendríamos no a los gringos y españoles encima, sino también a los chinos. Y aún así ¡Ahí vienen los chinos!

         Otro hecho importante de estas estadísticas mundiales (Lancet, 2007:370; 1338-45), casi la mitad del total de los abortos fueron inseguros. Sin embargo, en los llamados países desarrollados, el 92% de los abortos fueron seguros. Por el contrario, en los países subdesarrollados, principalmente en África y Latinoamérica, el 97% de los abortos fueron inseguros.

         Por todo lo anterior, se deduce que el dilema del aborto es un problema de educación y cultura con graves repercusiones individuales y sociales. Solo una revolución cultural que incluya a toda la sociedad logrará un cambio sustancial.

         Mientras tanto: ayudemos a esas mujeres, quienes por sus circunstancias sociales y culturales históricas propias del entorno actual, ayudémoslas para que utilicen el derecho NATURAL de autonomía para abortar, facilitando las mejores condiciones higiénicas y emocionales posibles.

Por el momento, parece lo más viable, el aborto seguro, sin complicaciones mortales o invalidantes y sin la tortura de soportar un embarazo no deseado para satisfacer a: hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión, de lo mismo que culpáis: si con ansia sin igual solicitáis su desdén, ¿porqué queréis que obren bien si las incitáis al mal. ¿Cuál mayor culpa ha tenido en una pasión errada: la que cae de rogada o el que ruega de caído? ¿O cual es más de culpar aunque cualquiera mal haga: el que peca por la paga o el que paga por pecar? ¿Pues para que os espantáis de la culpa que tenéis? Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis. Sor Juana, “La décima musa”, parece mucho más cuerda que los polemizadores del aborto. Vale.

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