Alejandro Ávila
Altotonga, Ver.- En un fallo que ha encendido la indignación de diversos sectores sociales y políticos, el Tribunal Electoral de Veracruz (TEV) reconoció que Ivonne Trujillo, candidata de Movimiento Ciudadano a la alcaldía de Altotonga, fue víctima de violencia política en razón de género. Sin embargo, en una decisión que ha sido calificada como contradictoria y complaciente con el poder, el tribunal decidió validar la elección, permitiendo que los agresores políticos se salgan con la suya.

El caso de Ivonne Trujillo es paradigmático: fue objeto de una campaña de violencia digital que incluyó insultos misóginos, burlas y hasta una falsa acusación de asesinato. La propia magistrada Claudia Díaz Tablada admitió que los ataques “denigraron su persona y mostraron un comportamiento machista”. El magistrado Gilberto Salazar Ceballos fue más allá: “Fue excesivo lo que ocurrió… no es posible que se den condiciones tan adversas para una mujer solamente por ser mujer”.
Y sin embargo, nada cambió. La elección se validó. ¿La razón? Una diferencia de 6.7 % entre el primer y segundo lugar, que según el tribunal, no permite anular el resultado. ¿Entonces qué se necesita para que la violencia política de género tenga consecuencias reales? ¿Una agresión física? ¿Un feminicidio?
La magistrada ponente, Tania Celina Vázquez Muñoz, reconoció que también en Soconusco se acreditó violencia política de género. Pero en Jáltipan, donde la víctima fue una candidata de Morena, el TEV sí anuló la elección. ¿Cuál es la diferencia? ¿El color del partido? ¿La cercanía con el poder?
“No llegaron todas”, reza una consigna feminista que hoy cobra un nuevo sentido. Porque si la justicia solo protege a las mujeres de Morena, entonces no es justicia: es conveniencia. Las magistradas del TEV, que deberían ser garantes de los derechos políticos de todas las mujeres, hoy han fallado. No a la ley, sino a la causa que dicen defender.
Mientras en Jáltipan se ordena repetir la elección por violencia contra una candidata oficialista, en Altotonga se minimiza la agresión contra una mujer que no pertenece a la 4T. La señal es clara: hay mujeres de primera y mujeres de segunda. Y las magistradas, lejos de romper el pacto, lo han reforzado con toga y mazo.
Ivonne Trujillo no solo fue violentada por sus adversarios políticos, también por un sistema que reconoce la agresión pero se niega a reparar el daño. No se procedió igual que en Jáltipan electoralmente, y tampoco hay reparación del daño por la evidente y reconocida violencia de género. Su lucha continúa, ahora en instancias superiores. Pero el mensaje que deja el TEV es devastador: en Veracruz, la violencia política de género sí existe… pero solo importa cuando conviene.
















