Morena y su harakiri

POZA RICA EN MEDIO DE LA VIOLENCIA

Mientras Poza Rica sigue a la espera del resultado final de la elección municipal, programado para este 17 de septiembre, lo que ya es claro más allá del veredicto que emita el Tribunal Electoral, es que Morena no perdió por la oposición, perdió por sí mismo.

El caso de Adanely Rodríguez, la candidata morenista cuya victoria está hoy bajo litigio, refleja no solo una contienda reñida, sino una profunda fractura interna en el partido guinda. Y aunque la dirigencia evite señalar responsables, lo cierto es que las traiciones vinieron desde casa.

El primer nombre en la lista es Emilio Olvera, quien tras no resultar favorecido en la elección interna de Morena, saltó de inmediato al PT con el respaldo evidente de su padrino político Manuel Huerta y más tarde apareció en las filas de Movimiento Ciudadano (MC).

Un movimiento de oportunismo político, sí, pero también una clara bofetada al partido que lo impulsó durante años. Detrás de Olvera, operando en las sombras, estuvo José Luis Lima Franco, exsecretario de Finanzas y también aspirante a la candidatura morenista.

Al no ser elegido, optó por jugar en contra, como lo hicieron también figuras como Javier Velázquez Vallejo, María del Carmen Carballo, y otros tantos que prefirieron apostar por su ego político, antes que por la unidad del movimiento.

Y por si fuera poco, el actual alcalde de Coatzintla, César Ulises García Vázquez, fue señalado presuntamente por tener la orden de financiar la campaña de Emilio Olvera, demostrando que el “fuego amigo” no fue casual, sino parte de una estrategia calculada para debilitar a la candidata oficial de Morena.

Porque no solo se trata de quienes se fueron a otros partidos; también dentro del equipo de campaña de Adanely Rodríguez hubo infiltrados, integrantes de su propia planilla que, en lugar de sumar, se dedicaron a restar. Algunos dicen que hasta negociaron con sus adversarios. Eso, sin duda, será tema para otra historia, pero lo que ya no puede ignorarse es que los “leales” de ayer se convirtieron en los traidores de hoy. Y mientras tanto, la elección sigue en los tribunales.

La gobernadora Rocío Nahle, como máxima figura del morenismo en Veracruz, tendrá que tomar nota. Lo que ocurrió en Poza Rica no fue un accidente, fue una lección amarga sobre cómo las ambiciones personales pueden destruir un proyecto colectivo. Y más aún, evidencia que la verdadera oposición de Morena está dentro de Morena.

¿Quién pagará el precio político de esta fractura? ¿Habrá sanciones, llamados de atención o todo quedará en el olvido, como suele ocurrir?

La respuesta, quizás, también dependa del resultado del 17 de septiembre, pero lo que es un hecho, es que Morena en Poza Rica se disparó al pie y lo hizo con su propia arma. ¡Cuánta maldad!