Encuentra la muerte rumbo a su casa

Poza Rica.- Espantosa muerte encontró una mujer de 39 años de edad al ser atropellada en el bulevar Ruiz Cortines a la altura de la colonia Santa Emilia, donde acudieron diferentes corporaciones policiacas a tomar conocimiento; asimismo, acudió un grupo de paramédicos de Cruz Ámbar, quienes confirmaron que la infortunada dama ya no contaba con signos vitales.

El lamentable hecho ocurrió minutos antes de las diez de la noche a la altura de la calle Moctezuma de la zona antes mencionada, donde el esposo de la víctima dio a conocer que su pareja sentimental se llamó Marisol Reyes San Juan, ambos con domicilio en calle Sarabia de la colonia Santa Emilia, a donde presuntamente se dirigían sin imaginar que a tan solo dos cuadras de llegar a su vivienda iba a encontrar la muerte al ser atropellada por una camioneta.

Curiosos narraron que la mujer se adelantó, ya que su esposo y otro sujeto se iban jaloneando y para evitar pelear corrió hacia su vivienda, pero al cruzar el bulevar fue embestida por la camioneta particular, cuyo conductor frenó varios metros y el rechinido de las llantas hizo que los vecinos salieran de sus hogares, mismos que se percataron que era una camioneta tipo Voyager, sin llegar a tener la numeración de las placas.

De inmediato los curiosos llamaron al 911 para solicitar la presencia de una ambulancia, pero primero llegaron los elementos de la Policía Municipal para confirmar el reporte y así pedir que se trasladaran los socorristas, minutos que se perdieron en lo que llegó la ambulancia. Los paramédicos a su llegada confirmaron el deceso de la fémina, por lo que el área fue acordonada por los uniformados.

Minutos después llegó el personal de Servicios Periciales y agentes de la Policía Ministerial que realizaron las investigaciones correspondientes, para así ordenar al personal de la funeraria Caro Benavides levantar el cadáver y llevarlo al Semefo para la necropsia de ley, mientras que los familiares realizaban la identificación oficial para darle cristiana sepultura.

Por Víctor Bustamante Leal