El PAN ya tiene dueño y marca registrada

Regidor solo anda tirando rostro

Después del último proceso electoral en Poza Rica, ha quedado más que evidente lo que muchos ya sospechaban; es decir, que el Partido Acción Nacional (PAN) en este municipio ha dejado de ser una fuerza con estructura, militancia real y objetivos colectivos. Hoy, el blanquiazul local tiene nombre, apellido y dueño: Leonardo Amador Rodríguez.

Sí, ese mismo personaje que en algún momento fue diputado federal y que, desde entonces, parece haber encontrado en la “ubre presupuestal” la fórmula para engordar su fortuna familiar, mantener su presencia política y mover los hilos sin necesidad de rendirle cuentas a nadie, ni dentro ni fuera de su partido.

La pasada elección municipal dejó al descubierto la fragilidad del PAN, pero también la astucia de Amador Rodríguez, quien —según diversas versiones dentro del mismo panismo— pactó en lo oscurito con Morena y Movimiento Ciudadano para garantizarse no el triunfo de la alcaldía, sino algo más rentable a largo plazo: nada más y nada menos que tres regidurías.

Y así fue que, sin despeinarse demasiado y con mínima inversión, el exlegislador logró posicionar a su gente en espacios clave del próximo cabildo. El resultado son tres ediles que, lejos de representar una oposición crítica o una visión panista renovada, están condenados a seguir las órdenes del nuevo patrón.

Linaloe San Román, Juan Francisco Saucedo y Juliet Vanessa Gallardo pueden irse haciendo a la idea de que, en la próxima administración, no serán más que “adornos” decorativos. La toma de decisiones pasará por las manos —y negocios— de Leonardo Amador, quien ya se perfila para convertirse en proveedor preferente del Ayuntamiento, aprovechando que cuenta con empresas capaces de ofrecer servicios y, ¿por qué no?… hasta meter mano en la obra pública.

En pocas palabras, el PAN ya tiene dueño. Y mientras algunos militantes de vieja escuela observan con resignación cómo el partido que alguna vez tuvo peso en la región ha sido reducido a un negocio personal, otros simplemente se hacen a un lado, conscientes de que no hay espacio para la disidencia cuando el “jefe” ya repartió el pastel.

Como decía mi abuelita, “Nadie sabe para quién trabaja.” Y en este caso, los que votaron por una supuesta opción de cambio, tal vez terminaron fortaleciendo a otro cacique local que hoy despacha desde las sombras, con el PAN en la mano y el presupuesto municipal en la mira.