El 28 de noviembre se conmemora el Día Mundial de la Generosidad y es el momento perfecto para reflexionar sobre lo que realmente significa ayudar.
La generosidad verdadera no es teoría: es calle, es lodo, es manos que levantan, espaldas que cargan y corazones que no se rinden. Y en estos días lo vimos clarísimo. La gente apoyó sin parar, vecinos ayudando vecinos, empresas e instituciones privadas que movieron más que el propio gobierno. Sí, hay que decirlo: la sociedad civil superó por mucho a la estructura oficial.
También vimos algo que inspira: fundaciones internacionales llegando a Poza Rica y la región a tender la mano sin pedir nada a cambio. Ese tipo de apoyo te recuerda que el mundo todavía sabe unirse cuando la vida se pone difícil.
Pero junto a lo bueno, también vimos lo que duele:
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Turismo de emergencia, gente que vino solo “por moda”.
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Personas que ayudaron, sí… pero que no dejaban de publicar cada cosa en redes, como si fuera trofeo.
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Y lo más triste: montones de ropa tirada, ayuda mal hecha, donaciones que nadie pidió y que terminaron estorbando.
Por eso la generosidad también implica responsabilidad. Antes de donar hay que evaluar, escuchar y entender los usos, costumbres y necesidades reales de la comunidad. Donar sin diagnóstico genera caos, no soluciones.
Y como sociedad también fallamos cuando exigimos más a instituciones que no reciben ni un peso del erario público, mientras a las dependencias del gobierno les pedimos menos de lo que debería ser. Eso nos toca revisarlo.
Si ya tienes tu Atlas de Riesgo que marca las zonas vulnerables, el siguiente paso es claro: saber cuántas familias viven ahí, sus edades, condiciones y necesidades. Porque esto es prevención real, esto salva vidas antes de la emergencia.
Lo que vivimos no fue casualidad. La ausencia de un muro de contención nos deja expuestos… y si nada cambia, volverá a suceder, quizá con más fuerza. Y aun así, en medio de todo, la generosidad sigue siendo el hilo que sostiene.
Así como en 1909, cuando la Cruz Roja Mexicana realizó su primer gran servicio humanitario durante la inundación de Monterrey, hoy seguimos viendo ese mismo espíritu: ayudar sin condiciones, ayudar porque toca, ayudar porque estamos vivos.
En este Día Mundial de la Generosidad, celebremos a quienes ayudan sin presumir, sin cansarse y sin esperar reconocimiento. Porque la ayuda humanitaria no solo mueve recursos… mueve esperanza, reconstruye dignidad y vuelve a levantar a una comunidad entera.
Nos leemos el próximo lunes.
@llamada de emergencia





