Cuando la lluvia se vuelve emergencia

Septiemble

POR: TUM. GUSTAVO GARCÍA SALAZAR

En las últimas semanas, gran parte de México ha sentido el peso de las lluvias intensas. Ciudades enteras se han visto afectadas: calles convertidas en ríos, avenidas principales bloqueadas por encharcamientos, autos arrastrados por la corriente, casas bajo el agua y drenajes que simplemente no pudieron con la cantidad de agua que cayó. Estados como Veracruz, Tabasco, Chiapas, Guerrero y hasta algunas zonas del centro y occidente del país han enfrentado las consecuencias de estas precipitaciones.

Más allá de la lluvia misma, el verdadero problema está en la falta de preparación de nuestras ciudades. Cada temporada es lo mismo: basura que tapa alcantarillas, ríos contaminados que se desbordan con facilidad, colonias que se inundan porque fueron construidas en zonas bajas o en áreas que originalmente eran cauces naturales. Todo esto hace que lo que debería ser un fenómeno natural normal, se convierta en una emergencia para miles de familias.

Poza Rica: un ejemplo cercano

En Poza Rica lo vivimos de primera mano. No hace falta que caiga un huracán para que la ciudad se paralice: basta una lluvia fuerte para que puntos como el Puente Cazones, la avenida 20 de Noviembre o sectores de colonias como Petromex, Las Vegas y la Anáhuac terminen bajo el agua. Los encharcamientos no son novedad; cada año se repite la misma escena: autos varados, drenajes colapsados y familias tratando de sacar el agua de sus casas con cubetas.

Y la pregunta siempre es la misma: ¿por qué seguimos viviendo lo mismo temporada tras temporada?

Los daños visibles y los que no se ven

Las afectaciones no se limitan a lo que vemos en fotos o videos. Claro, las imágenes de avenidas inundadas impactan, pero detrás de ellas hay realidades duras: familias que pierden sus muebles, negocios que se quedan con la mercancía dañada, escuelas que interrumpen clases porque sus instalaciones quedaron bajo el agua.

También están los daños “silenciosos”: coladeras y drenajes que se debilitan, agua potable que se contamina y enfermedades como dengue o infecciones gastrointestinales que se disparan después de cada temporal.

La prevención empieza en lo cotidiano

Ante cada temporada de lluvias, surge la misma pregunta: ¿qué podemos hacer para que la historia no se repita? Y aunque la respuesta involucra a las autoridades, también depende mucho de la ciudadanía.

Acciones sencillas marcan la diferencia:
• No tirar basura en la calle ni en los arroyos. Esa bolsa que hoy se deja en la esquina puede ser la que tape la coladera y cause una inundación mañana.
• Mantener limpias las coladeras cercanas a nuestras casas. Con unos minutos de limpieza podemos evitar horas de encharcamiento.
• No cruzar calles inundadas. Aunque parezca seguro, el agua puede ocultar alcantarillas abiertas o corrientes peligrosas.
• Evitar construir en zonas de riesgo. Muchas tragedias empiezan con casas en laderas o cauces naturales.
• Atender los avisos oficiales. Protección Civil no emite alertas por capricho; cada aviso puede significar una vida a salvo.

Las lluvias no van a dejar de llegar; forman parte del ciclo natural de nuestro país. México, por su ubicación, está expuesto a tormentas tropicales, frentes fríos y huracanes cada año. Lo que sí podemos cambiar es nuestra manera de enfrentarlas.
Poza Rica no puede seguir viéndose inundada con cada aguacero. Necesitamos ciudadanos más responsables y autoridades que inviertan en infraestructura pluvial y mantenimiento real de drenajes. La solución no está en esperar que deje de llover, sino en aprender a convivir con la lluvia sin que se convierta en tragedia.

La prevención no empieza cuando el agua ya está en la puerta; empieza con pequeñas acciones de todos los días. Porque si algo nos han enseñado estas temporadas es que la lluvia es inevitable… pero la emergencia, en muchos casos, no lo es.

Nos leemos el próximo lunes
@llamada de emergencia