Gutierrez Zamora, Ver.- Han pasado 18 años y la herida aún sigue abierta. Los recuerdos de la tragedia de 1999 están frescos en la memoría de los sobrevivientes de este pueblo San Antonio Coronado, que con el paso del tiempo ha quedado desierto luego de que muchas familias se fueron en busca de mejores oportunidades de vida.
Los recuerdos trágicos de los días 5, 6 y 7 de octubre de 1999 se agolpan en la memora de la señora María Elena Montoya, quien junto con 21 personas fueron rescatadas en helicóptero en el techo de una vivienda. Este hecho, quedó plasmado en una inolvidable fotografía de Miguel Rivera Salinas, que le dio la vuelta al mundo.
Bajo una mañana soleada en esta localidad de San Antonio Coronado, comunidad de tierra fértiles sembradas con cítricos y plátanos bañados por el río Tecolutla, la señora Montoya rememora estos acontecimientos que le marcaron la existencia.
«Eran como las 10 de la noche cuando subimos al techo y nos rescataron hasta el día siguiente a las 2 de la tarde, ya nos habían pasado en lancha mi esposo de una casa a otra y aquí fue donde llegó el helicóptero de La Opinión (sic), para llevarnos a un albergue», agregó la entrevistada.
En este mismo techo donde hace 18 años se aferraron a la vida, dice que en una primera ocasión llegaron las aeronaves y desde arriba les hicieron la seña que volverían, luego de haber dado vueltas en círculos.
«Pasaron las horas y no regresaban, lo bueno que el río ya no creció, sino cuando ellos volvieron, como a las dos de la tarde, ya no nos hubieran encontrado», indicó la señora Montoya.
Con voz apenas audible, comentó que en esa ocasión dos personas murieron ahogadas, «una de ellas fue Vianey, la dueña de la tienda de allá abajo, quien se dejó morir porque decía que había perdido todo, nunca encontramos su cuerpo y ahí solo se colocó una cruz de manera simbólica en ese lugar».
Relató además que la fuerza de la corriente derribó la capilla de San Antonio Coronado, «se llevó todo, hasta el Santo, el cual es de madera, mismo que se quedó atorado más adelante en unos naranjos. La gente nos pregunta por qué no nos vamos de aquí luego de lo que nos pasó, y nosotros le contestamos que si San Antonio Coronado se quedó, nosotros también nos quedamos».
Por su parte, la señora Macaria González y su esposo Celestino Pacheco Molina, rememoraron el acto heroico en el cual vivieron arriba de un árbol de zapote, donde luego de subir, tuvieron que amarrarse con mecates y cobijas para salvar la vida, «en esa ocasión no teníamos a dónde subir y nos trepamos al cerrito para lograr sobrevivir al menos cuatro familias».
Luego de suspirar profundamente, señaló que todo ocurrió de manera intempestiva, «fue un golpe de agua, la corriente subió de un momento a otro, lo más triste fue cuando vimos pasar a muchas personas encima de troncos de árboles o techos de lámina, solo nos decían adiós y nunca más supimos de ellos, murieron y nadie encontró sus cuerpos», señaló el Don Celestino.
«No sabemos cuantas personas murieron, nos señalan que fueron 21 personas, pero creemos que fueron más porque muchas casas fueron arrasadas en otras comunidades cercanas como El Cepillo, Santa Rosa y Barriles, entre otras más», dijo la pareja de ancianos que viven en esta población de la cual se ha ido más de la mitad de sus habitantes.
María Guadalupe, también vecina de este lugar, con lagrimas en los ojos evocó la forma de cómo fueron rescatados del techo de una vivienda más de 80 personas, entre ellos su padre y demás familiares.
«En esos días nosotros no sabíamos la magnitud de lo que venía, como siempre hay inundaciones pensamos que era otra más, sin embargo, cuando las cosas se pusieron díficiles nos rescataron en una lancha y me acuerdo que tocamos los postes de más de 5 metros de altura, de ahí nos llevaron a una escuela donde nos atendieron a las familias que ahí llegamos», dijo.
Recordó que en esos días que estuvieron encima de las casas, encontraron en una tienda unos costales de papas fritas y un botellón de agua que les sirvió de mucho para todas las personas que ahí estaban, «esa fue nuestra comida», relató.
«Mucha gente se fue desde entonces, ya no quisieron estar aquí, cada año es lo mismo, y mejor se fueron a vivir a otros lugares, nosotros si nos quedamos porque aquí nacímos y aquí vamos a morir», concluyó.
por Pascual Hernández Hernández
fotos de Luis San Juan Trujillo
















