Tres presidentes Mexicanos de origen Indígena

México siempre ha tenido un fuerte lazo a sus pueblos nativos o indígenas, lo cual nos  permite compartir costumbres y modos que vienen desde hace 500 años o más. A lo largo de la historia han existido y siguen existiendo, un grupo de personas de origen Indígena que han triunfado en el medio deportivo, cinematográfico, musical etc, y a pesar de que México no vive su mejor época política, ha existido una variedad de castas y hasta una variedad de pueblos indígenas viéndose representados en nada más ni me que en la silla presidencial.

En este artículo te presento tres presidentes de origen nativo, te apuesto a que los tres ya que los conoces, y tal vez hasta odias a uno.

1. Porfirio Díaz

Militar, político y presidente de México durante 35 años, Profirio Díaz combatió en la Batalla de Puebla, en la de Miahuatlán y en la de la Carbonera. Además de que realizó guerrillas en Oaxaca contra los franceses. El polémico dictador no solo fue famoso por su mano dura y su persecución contra sus detractores sino también por su gusto por lo francés y por buscar “modernizar” al país. Hijo de un criollo y una mestiza de origen mixteco, Díaz estudió en su juventud física, matemáticas, lógica, gramática, retórica y latín. De hecho, enseñó latín para ayudar a sus padres. Para lograr el reconocimiento estadounidense, Díaz pagó la deuda externa en 15 años, también se dedicó a “pacificar” al país gracias a facultades extraordinarias que le dio el Congreso.

Uno de sus mensajes más famosos fue el que le dio al gobernador de Veracruz, Luis Mier y Terán, sobre un levantamiento que se había efectuado en su estado: “Mátalos en caliente y después averiguas” Díaz mandó a ampliar la red de ferrocarriles (las concesiones las tuvieron empresas extranjeras) e impulsó la inversión de otros países en México dando todas las facilidades para que los empresarios extranjeros pudieran explotar los recursos del país.

2. Benito Juarez

 Benito Pablo Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en el poblado de San Pablo Guelatao, (palabra que en zapoteco quiere decir «noche honda»), población ubicada en la cadena montañosa ahora conocida como Sierra Juárez y entonces perteneciente a la jurisdicción de Santo Tomás de Ixtláncotoyol en el estado de Oaxaca (en el presente el municipio de Guelatao de Juárez). Fue bautizado al día siguiente de su nacimiento en la parroquia de Santo Tomás Ixtlán. El nombre de sus padres era Marcelino Juárez y Brígida García de acuerdo al acta de bautismo levantada al día siguiente de su nacimiento​ y quien según sus propias palabras, eran «indios de la raza primitiva del país y ambos fueron agricultores.
Los dos padres murieron cuando él tenía tres años; su madre durante el alumbramiento de su hermana María Alberta Longinos. Benito junto con sus hermanas María Josefa y Rosa quedaron bajo el amparo de sus abuelos paternos Pedro Juárez y Justa López igualmente indios de la «nación zapoteca» y su muy pequeña hermana María Longinos con su tía materna Cecilia.[6]​ A los pocos años murieron también sus abuelos y las dos hermanas mayores de Benito se casaron, quedando él finalmente bajo la custodia de su tío Bernardino Juárez.
A partir de entonces trabajó como peón del campo y como pastor de ovejas hasta la edad de doce años. Su tío Bernardino conocía el castellano y se lo enseñaba a Benito que mostraba entusiasmo en aprenderlo, sin embargo, las labores del campo y el hecho de que en el pueblo no se hablara el castellano no permitieron que Benito avanzase mucho en su aprendizaje. En su pueblo, como sucedía en las poblaciones pequeñas, no existía ni la más elemental escuela. Benito se daba cuenta que quienes aprendían a leer lo hacían viajando a la ciudad, ya sea costeándose una pensión o trabajando como sirvientes en las casas ricas, lo que alimentó su deseo de ir a la ciudad, lo cual solicitaba a su tío con mucha frecuencia sin concederle este jamás su deseo.

3. Victoriano Huerta

Huerta nació el 23 de marzo de 1845 en la ranchería de Agua Gorda, municipio de Colotlán, Jalisco, hijo de Jesús Huerta Córdoba y María Lázara del Refugio Márquez Villalobos. Cuando Victoriano tenía quince años, el general Donato Guerra visitó su ciudad natal y expresó su deseo de contratar a un secretario particular. Huerta, que sabía leer y escribir, por haber asistido a la escuela municipal dirigida por el sacerdote del lugar, se ofreció como voluntario.​ Como recompensa a sus servicios se le recomendó y concedió una beca para estudiar en el Colegio Militar, donde obtuvo notas sobresalientes que lo hicieron merecedor de un reconocimiento especial; el presidente Benito Juárez, el primer indígena en llegar a la presidencia, lo elogió durante su visita al colegio para entregar los reconocimientos a los cadetes con las siguientes palabras: De los indios que se educan como usted, la patria espera mucho. Al graduarse fue comisionado al Cuerpo de Ingenieros y se desempeñó en labores topográficas en la región de Puebla y el Estado de Veracruz, donde conoció a Emilia Águila, con quien se casó el 21 de noviembre de 1880 en la Ciudad de México​ y con quien tendría once hijos. ​ Los nombres de sus hijos vivos al momento de fallecer Huerta eran Jorge, María Elisa, Víctor, Luz, Elena, Dagoberto, Eva y Celia.
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