La carretera a Tampico: Legendario camino que conduce por las campiñas petroleras

Una mirada atrás

Por José Luis Rodríguez Badillo, cronista municipal de Poza Rica

En el último año de su administración el presidente de México, Lic. Manuel Ávila Camacho inauguró la carretera pavimentada 180 que comunica las ciudades de México-Tuxpan, que entraba a Poza Rica, rúa que mejoró la comunicación a esta zona que sin duda era de suma importancia por las expectativas petroleras, y que al mismo tiempo, enlazó la capital del país con el bello puerto de Tampico. Tiempo atrás, transitar de Poza Rica a Tampico era un viaje de doce horas por varios tramos de brecha, numerosas pangas y puentes de madera, se carecía de camino pavimentado a pesar de cruzar por la zona petrolera más rica del mundo, y era paso obligado para ese fin.

En el año de 1905, época en que fueron prosperando las compañías petroleras en el llano costero de la Huasteca al Norte de Veracruz, empezaron a trazarse los caminos que unieron pozos, estaciones de bombeo instalaciones petroleras y los campos donde se explotó el aceite fue La Brecha de Huasteca, el más transitado y aun en servicio, antaño vital para llegar a las campiñas petroleras, esta brecha nació en la Ribera Sur del Río Pánuco, en el lugar llamado 106, hasta llegar a Ixhuatlán de Madero, municipio de Álamo en región veracruzano. Ahí se cruzaba el Río Tuxpan en un viejo chalán por el Campo Ojite de la compañía El Águila, en donde el Río Pantepec es angosto, y de ahí serpentea el río hasta Tuxpan y se extiende hasta llega al mar.

Los antiguos camiones que lucían su estilo moderno con una canastilla sobre su toldo, una escalera trasera para trepar y acomodar el equipaje y mercancías, aunque era muy común trepar animales de corral, fueron las unidades pioneras de aquellas antiguas travesías de los años treinta, época en la que viajar a Tampico, para muchos su tierra natal, era toda una proeza. Tomar el autobús en el antiguo mercado de Poza Rica dentro del área de talleres, salir dotado de buena cantidad de tortas para la familia, pues esperaba un largo y tardío camino, el primer escollo fue cruzar el arroyo Salsipuedes, donde existió un vado que dio origen al afamado puente de Oro; metros después, pasar el Río Cazones sobre un chalán habilitado de lo que fue un barco camaronero, era lento y una unidad pesada.

Terminal de Autobuses a México-Tuxpan-Tampico en Poza Rica, 1965.

La unidad llena de pasajeros, la canastilla sobre el toldo repleta de cajas, animales de corral y costales llenos de frutas o productos regionales para la venta, daban la imagen clásica de aquel estilo de viajar, sobre los asientos que eran de una sola posición y sin cojín, el porta equipaje de mano estaba abajo del toldo, era de varillas longitudinales en el sentido del pasillo central, pero que al final sin control alguno se colocaba lo que cupiera o se pudiera, la marcha seguía rumbo a Tihuatlán, que era una parada obligada, se cruzaba aquel pueblito en crecimiento, el camino era cuesta arriba pasando a un lado del antiguo campamento de la compañía Sharmex, tramo de subida entre un bosque de frondosos árboles donde se abrió el camino, el que tenía varios pasos de vados, y puentes de madera que cruzaban sobre arroyos, zanjas o escurrideros.

Después de un sinfín de paradas sobre un camino de terracería en tramos, donde ascendía y descendía pasajeros con maletas, se llegaba por la calle Carretera Nacional a la Ribera Sur del Río Pantepec, conocido como Tuxpan, de la población Santiago de La Peña, donde ya había una fila de autos para subir a un chalán y cruzar el río, tiempo para deleitarse viendo el emblemático Hotel Pereda en el corazón del puerto de “Los Bellos Atardeceres”. Al llegar a la terminal establecida, ahí, el chofer y cobrador daban media hora para digerir los alimentos, mientras el pasaje hacía lo mismo, la mayoría en busca de las enchiladas o empanadas de pescado, los famosos chamitles, un tamal de elote dulce de gran demanda.

A la llamada del boletero, que decía aun limpiándose los bigotes, ¡Nos Vamos!, el pasaje se sentaba de nuevo y se enfila el camioncito rumbo a Potrero del Llano, al poco tiempo y de la misma forma el tramo se hacía tedioso con el sube y baja del pasaje, trayecto que permite admirar la singular imagen centenaria de la Iglesia de Santiago Apóstol, en Temapache ya en el municipio de Álamo, donde el camino permitía observar en ambos lados, varias torres de perforación de las compañías petroleras, donde se respiraba el singular olor a gas y aceite en una zona en plena explotación de los yacimientos hasta llegar al campo petrolero de Potero del Llano.

Antiguo autobús Flecha Roja.

Para continuar, al dejar Potrero del Llano existían dos opciones para llegar a Tampico, uno, vía Tepetzintla, Tantoyuca, Tempoal y Pánuco, donde la naturaleza se muestra en su gran esplendor al bordear una escarpada montaña perteneciente a La Sierra Madre Oriental, una sucesión peñascos atractiva por el caprichoso perfil que luce, paisaje asombroso al pie donde el camino es muy quebrado, y que años después siendo gobernado del estado de Veracruz, Don Adolfo Ruiz Cortines se terminó de construir el camino a base de pavimento asfáltico y obras complementarias, el que fue inaugurado en octubre de 1958 por Adolfo Ruiz Cortines, siendo presidente de la República mexicana.

La otra ruta fue “La Brecha de La Huasteca”, vía de gloria para la compañía que le dio el nombre y origen a los campos petroleros que se establecieron por ambos lados y fincaron sus instalaciones, y con el tiempo florecieron poblados entre torres de perforación. Así fue fascinador llegar y pasar por Cerro Azul, Zacamixtle y Amatlán, donde apareció la explotación del “Oro Negro”, se llega a San Diego de la Mar sobre el camino polvoso y enorme cansancio, pero la distancia a Tampico aún era larga. En este lugar, junto a la ribera oeste de Laguna de Tamiahua esta la desembocadura del estero Mamey donde se instaló la terminal San Gerónimo, punto de gran movimiento que ofrecía tres formas de transporte que fueron dadas por las circunstancias de aquel tiempo. El primera fue la ruta naviera de Tamiahua a San Gerónimo, viajes sobre una embarcación tipo amazonas que hacía decenas de paradas en muelles domésticos en pequeñas comunidades.

El segundo el tren de vía angosta que recorría de Cerro Azul a San Gerónimo, fue muy socorrido por la gente para viajar entre ambos lados y lugares intermedios, y lo que resaltó, fue la conexión de aquel pequeño puerto lacustre que tuvo gente en tránsito a Tampico y Tuxpan, prosiguiendo su ruta a los destinos mencionado, de ahí está a la vista el legendario puerto llamado Chuchara, donde tenía que pasar un gran estero, lugar que deslumbra por la gran cantidad de diversas aves de zonas acuáticas y palustres. Sitio donde existió un puente de madera creosotada, que fue arrastrado en 1955 por el ciclón Hilda, entrando en relevo un chalán con desembarcaderos ambas márgenes, desde ese lugar el camino serpenteo la laguna de Tamiahua reflejando su belleza.

Autobús México-Tuxpan-Tampico conocidos coloquialmente como MTT.

La brecha enlazaba con la estación de bombas de La Laja, donde existió un lugar con casas de madera de las compañías petroleras, tramos en que se podía ver y fue un privilegio poder conocer animales silvestres como: cocodrilos, reptiles, coyotes, venados, víboras de diferentes especies y la inmensa variedad de aves. Viajar por ese camino sin una gota de asfalto, lleno de arcilla limpia, cruzar zanjas o escurrimientos naturales de agua, ver inmensos árboles milenarios, vestigios de instalaciones petroleras fue algo insólito, en tiempo de neblina, ver escapar de las cocinas entre las juntas de madera que sirven como tapia, el humo y el olor a café.

En su época petrolera, La Brecha de La Huasteca tuvo a sus costados cientos de torres perforación en toda su extensión, dos décadas después de la expropiación, solo conservaba el olor a petróleo crudo. Los pueblos siguientes eran: Garrapatas, un campo donde existió una estación de bombeo, de inmediato Llano de Bustos, ya sobre la llanura costera que delimita con el Golfo de México, llegando a Mata Redonda, la otra inmensa instalación petrolera de la Compañía Huasteca Petroleum Company, que colinda con el caudaloso Río Pánuco, último reducto del tedioso camino que se recorría en casi 12 hora, solo faltaba esperar el largo turno para trepar el autobús al chalán Rufus, que fue parte de los equipos expropiados en 1938 y llegar a pisar tierra tampiqueña en el estado de Tamaulipas.

Desde 1936, la línea de transporte foráneo Lázaro Cárdenas que había extendido su servicio a Poza Rica, ya que únicamente llagaba a Tulancingo y Huachinango, lugar de su creación, de ahí se internó en los caminos que comunicaban el Norte de Veracruz hasta el puerto de Tampico, a través de Tuxpan. En 1943 se inauguró la carretera Federal 180 México a Tuxpan, que se enlazó a este tramo integrando lugares que apenas asomaban en el mapa, a muchos de ellos se llegaba únicamente sobre animales de herradura, y veredas para recolectar leña. En el año de 1949 la línea “Flecha Roja” entró a cubrir también esta ruta, siendo con el tiempo, una línea legendaria.

Bella Imagen de los años 60, autobús ADO sobre un chalán.

La ruta para llegar a Tampico por el Golfo de México mejoró con la construcción del Puente Tampico, esta inició en diciembre de 1979 en el sexenio del presidente José López Portillo, fue inaugurado en la de Miguel de la Madrid Hurtado el día 17 de octubre de 1988. El viaducto era muy necesario para una eficaz conexión con el Norte del país, tiene una longitud es de 1,543 metros por 18 de ancho, divididos en cuatro carriles y un camellón. Después continuó revalidándose cada sexenio la promesa de tender una autopista, misma que han hecho candidatos al gobierno de Veracruz y de México, y que parcialmente se ha cumplido.

En el año de 1983, con la aportación de la sociedad de Álamo, Temapache, de los agricultores y tres niveles de gobierno, en ese lugar se construyó el puente José López Portillo, que dejo de lado el antiguo chalán que se utilizó por muchos años para cruzar el Río Pantepec, que ensambla con la vía Alazán, Ozuluama, Tampico, que había inaugurado en noviembre de 1970, el Lic. Gustavo Díaz Ordaz. En esta obra, es de importancia destacar la colaboración de los citricultores y ganaderos, que aportaron para su logro, cinco pesos por cada cabeza de ganado y los naranjeros igual cantidad por cada tonelada que cruzaban. ¡Ejemplar!.

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