Javier Romero tiene cochinero

Ciudadanos lamentaron que a un año de iniciada la actual administración municipal, el regidor comisionado en Drenaje y Alcantarillado, Javier Romero Pérez, únicamente se dedique a andar embriagándose en fiestas particulares y conquistando a sus compañeras de trabajo, mientras que en el centro de la ciudad existe un cochinero con el sistema de drenaje.
Basta con hacer un recorrido por el primer cuadro de la ciudad para observar las “trampas mortales” en que se han convertido las alcantarillas, pues han pasado ya 365 días del 2022 y el regidor del ramo todavía no se pone a trabajar.

“Trampas” mortales en el primer cuadro de PR

Luego de más de 365 días de ocupar la comisión de Drenaje y Alcantarillado, el regidor décimo Javier Romero Pérez sigue sin actuar a pesar de los constantes reclamos de la ciudadanía, que tiene que transitar entre verdaderas «trampas» mortales en el primer cuadro de la ciudad.
Lo mismo ocurre con el edil décimo segundo, Celso Rogelio Quiroz Pulido, comisionado en Tránsito y Vialidad, mostrando total desinterés por la problemática que representa que, en pleno arroyo vehicular y pasos peatonales, persistan puntos de peligro a tal grado que ni siquiera hacen la gestión ante las instancias correspondientes.
Reportes ciudadanos advierten que entre las avenidas 8 Oriente y Heriberto Kehoe Vincent, sobre la acera del carril que va hacia el norte de la ciudad, existe una rejilla de fierro totalmente podrida, de tal manera que dos tubos se deshicieron y quedó el hoyo, ante el riesgo de que alguna persona caiga dentro y resulte gravemente herida. Dos llantas cubren el hoyo.
Ocurre lo mismo con la tapadera de un registro que está destrozada y fuera de su sitio, sobre la acera del mercado Poza Rica a la altura de las fondas, donde comerciantes aseguran que ya se han caído varias personas.
Otro registro sin tapadera y con una profundidad de más de un metro se ubica en la esquina de las calles Antonio J. Bermúdez y Mariano Arista, entre las colonias Tajín y Flores Magón.
Ciudadanos han tenido que colocar enormes llantas para «señalizar» que hay peligro.