Globos al cielo y sones, en tradicional Ochavario

Globos al cielo y sones, en tradicional Ochavario

Entre música, velas y la última ofrenda, Castillo de Teayo despidió con emoción a las almas que nos visitaron durante el Día de Muertos.

Hipólito Moreno Tapia

Castillo de Teayo, Ver.– La noche de este domingo, los sones huastecos resonaron en el corazón de la villa mientras globos de cantoya rompían la oscuridad del cielo. Así se vivió el tradicional Ochavario, una ceremonia ancestral que marcó la despedida de las almas que, según la creencia, regresan al inframundo tras acompañar a sus seres queridos durante el Día de Muertos.

Globos al cielo y sones, en tradicional Ochavario

Frente al edificio prehispánico conocido como El Castillo, cuadrillas de catrines y catrinas danzaron sobre un entarimado de madera, acompañadas por el sonido de violines, jaranas y huapangueras que llenaron de vida el recinto sagrado. En la escalinata de la pirámide, cientos de veladoras formaron una gran cruz y los números “25/26”, símbolos del ciclo que termina y el que está por comenzar.

La escena fue un retrato del vínculo entre la memoria y la tradición: la luz de las velas iluminó los rostros de familias enteras que, en silencio o entre sonrisas, rindieron homenaje a sus difuntos.

Globos al cielo y sones, en tradicional Ochavario

Al finalizar, el cielo se cubrió de puntos luminosos cuando los globos de cantoya se elevaron lentamente, representando el regreso de las almas al más allá.

El Comité Organizador, junto con el ayuntamiento y los habitantes, agradeció la participación de cuadrillas de catrines y catrinas locales y foráneas en esta festividad que, año con año, reafirma el espíritu huasteco y mantiene viva la herencia cultural de Castillo de Teayo.

Globos al cielo y sones, en tradicional Ochavario