Ciudad de México.- La revista inglesa The Economist volvió a criticar al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y esta vez fue por la consulta popular del próximo 1 de agosto, que, señala un editorial, pudo haber sido ideada por Cantinflas y, aunque es una parodia del estado de derecho, sirve al mandatario para tomar decisiones que de cualquier modo haría.
En el editorial de esta semana, titulado El presidente de México organiza una prueba de sus predecesores, la revista retoma la extensa pregunta supuestamente para enjuiciar a los expresidentes mexicanos y observa que “pudo haber sido ideada por Cantinflas, un actor cómico que convirtió el gusto mexicano por el circunloquio en una forma de arte absurda”.
Para The Economist, en realidad significa si se le autoriza “orquestar una especie de juicio espectáculo no oficial de sus cinco predecesores más recientes y sus subordinados”, a quienes responsabiliza, de diversas formas, por la corrupción, la concentración de la riqueza, el fraude electoral y una fallida guerra contra las drogas que engendró aún más violencia.
“Recurrir al voto popular para decidir si se procesa o no a alguien es una parodia del estado de derecho” observó The Economist y consideró que lo que hace que el ejercicio sea aún más surrealista es que el presidente dice que no votará porque no es “vengativo” y no quiere detenerse en el pasado. Sin embargo, si “la gente” decide lo contrario, actuará según sus deseos.
En este sentido, el semanario ve que este referéndum sirve a varios de los propósitos del presidente porque los votos consultivos apoyan su afirmación de prestar más atención a la gente que sus predecesores y los ha utilizado para respaldar decisiones que quería tomar de todos modos, como la cancelación de un nuevo aeropuerto a medio construir en la Ciudad de México
Si bien los resultados de la consulta serán vinculantes únicamente si participa el 40 por ciento del padrón electoral, The Economist afirma que la oposición boicotea la votación y subrayó que el Instituto Nacional Electoral (INE) ha advertido que solo colocará un tercio de las mesas de votación que se utilizaron en los comicios intermedios del 6 de junio pasado.
“La votación también confirma que, en la lucha contra la corrupción, AMLO prefiere el teatro, que él puede dirigir, a la sustancia. Los mexicanos están hartos de la corrupción; el gobierno de Enrique Peña Nieto de 2012-18 fue notoriamente corrupto. AMLO hizo de poner fin a la corrupción un punto central de su campaña. Sin embargo, ‘la corrupción en México goza de buena salud’, dice María Amparo Casar de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI)”, abunda.
Entonces se enumeran las acciones del actual gobierno que pudieran constituir una regresión, como que el 81 por ciento de los contratos públicos fueron adjudicaciones directas en lugar de licitaciones, además de los recortes al presupuesto y personal de la fiscalía especializada contra la corrupción, cuya lucha se ha convertido más en una herramienta política.
“Aunque sigue siendo popular, López Obrador ya no es invencible. Muchos mexicanos siguen pensando que está de su lado. Pero están sufriendo por la pandemia, el mal manejo de la misma por parte del gobierno y la recesión económica relacionada, así como un crimen violento sin cesar. Para distraer la atención de las fallas políticas, su presidente necesita todos los espectáculos de teatro político de Cantinflas que pueda reunir”, concluye The Economist.
Esta no es la primera vez que el semanario inglés critica al mandatario mexicano, en mayo pasado publicó una portada titulada El falso mesías, en la que asegura que “no es personalmente corrupto”, pero “López Obrador divide a los mexicanos en dos grupos: ‘el pueblo’, por lo que se refiere a quienes lo apoyan; y la élite, a la que denuncia, a menudo por su nombre, como delincuentes y traidores”.
Lo llamó “criatura extraña” y al día siguiente el presidente, desde la tribuna de Palacio Nacional, respondió que la portada fue “majadera”, “mentirosa” y “con falta de ética”, además de que hacía “el ridículo” pues parecía más bien un cartel, “una propaganda muy ramplona de pasquín” que no ayuda a la crisis de credibilidad que están atravesando los medios de comunicación.
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