Orígenes del perro lobo Calupoh
Surge en el México prehispánico como una mezcla entre el lobo gris mexicano y el perro, fue criado durante varios siglos por los antepasados mexicanos. Fue reconocido por la Federación Canófila en 1999 siendo la tercer raza de perros mexicanos además del perro Chihuahua y el Xoloitzcuintle.
Características
Físicas: El perro lobo calupoh es un perro ágil y fuerte, los machos están más masculinizados, y son más altos que largos. Es un perro balanceado que semeja al lobo en la naturaleza, levemente patilargo y una melena típica del lobo.
A diferencia del Perro Lobo Checoslovaco, el Calupoh es de color negro pero algunos pueden volverse color plata en la adultez.
Los machos pueden medir de 62 cm a los 75 cms, y las hembras pueden ir de los 58 cms a los 70 cms.
Personalidad: Es un perro noble y leal con sus dueños y es bueno con niños, aunque puede ser un poco reservado y tímido con extraños (como lo son la mayoría de lobos), es fácil de manejar y se acostumbra a todo tipo de actividades. Es un perro activo y ágil, su principal actividad puede ser la de un perro de pastoreo.
El Calupoh es un perro de gran tamaño, color negro y en el que destacan unos impresionantes ojos amarillos o anaranjados, puede existir en otras combinaciones de colores, como negro con manchas e incluso puede existir en color blanco.
“El perro lobo de México surge como un hibridismo entre el perro y el lobo gris que se llevó a cabo en el México prehispánico desde inicios de nuestra era hasta el siglo XVI. Esta práctica fue posible debido a la enorme similitud genética entre ambas especies y, gracias a un intenso trabajo arqueozoológico, fue posible identificar al primer ejemplar en 1999.
La razón para que esto sucediera no fue solamente que los antiguos perros y lobos compartieran un territorio y las cruzas se dieran de manera casual. Los restos encontrados en lugares tan especiales como el Templo de Quetzalcóatl a manera de adornos de la élite, en la Pirámide de la Luna como ofrenda y en el Templo Mayor en México-Tenochtitlan asociados con sacrificios, sugieren que se trataba de animales con un significado espiritual muy alto.
El lobo era asociado simbólicamente con sacrificios en los que la sangre corría en gran cantidad, la milicia y el espacio nocturno debido a su condición de depredador poderoso, con gran capacidad para el enfrentamiento, animal social que trabaja en equipo y entidad de vida nocturna. El perro, por su parte, era considerado un animal de alta fecundidad, cuyo ciclo reproductivo se traslapaba con el de la lluvia y con el del ciclo agrícola, aspectos que valieron su asociación religiosa con el agua, la agricultura, la fertilidad y la buena fortuna. Un híbrido de lobo y perro sería entonces un ejemplar manejable que poseía la suma de los valores simbólicos de sus padres y, por tanto, se emplearía en ritos en donde su condición dual resulta ser fundamental, por ejemplo, aquellos dedicados a las actividades económicas más importantes: la agricultura y la guerra.