Tamiahua, Ver.- A pesar de los programas enfocados a un campo sustentable para mejorar la calidad de vida en las comunidades, la emigración de jóvenes desde zonas rurales no se detiene, advierten representantes de la Fundación Pedro y Elena A.C., que trabaja en distintos proyectos con pobladores de la región.
Ante ello, añade que, junto con la capacitación en tareas de producción y conservación, otro gran reto es lograr el apego a la tierra, pues advierte que los hijos y nietos de ejidatarios emigran desde esta región a Tampico, Reynosa, Monterrey, Ciudad de México y otros puntos.
Las nuevas generaciones se van a estudiar o a trabajar, pero el 90% de ellos no regresan, perdiendo el apego al territorio y la oportunidad de hacer que su comunidad progrese con sus conocimientos, detalla.
Asimismo, la Fundación apunta que la percepción de que ser campesino, pescador o pequeño ganadero, es sinónimo de pobreza, -estigma que viene desde el siglo pasado-, aunado a la “falta de oportunidades dentro de la comunidad” por el deterioro ambiental y el desprecio de los oficios, son fuente de desaliento que desarticulan el bien común y el desarrollo comunitario.
“El reto a cumplir, aparte de frenar el deterioro ambiental, es entonces demostrar que la conservación y restauración van de la mano con el desarrollo económico y social, vamos en camino a ello”, recalca.