Gilberto Haaz
*Por sus bodas los conoceréis. Camelot.
EL GRAN PREMIO DEL CHECO
El mundo del automovilismo se extasió el domingo, cuando en el Autódromo de los Hermanos Rodríguez, Checo Pérez tenía a sus espaldas el grito de Checo y México, que sonaban en las gargantas de 135 mil espectadores. No hay otra afición como la mexicana, en eventos deportivos. Rompieron récord de asistencia, lo mismo en los ensayos que en el Premio dominical. 375 mil, algo inusitado y no solo eso, el calor de los gritos de la afición, parecería un juego del Mundial, sin el grito racista. Cuando Checo Pérez terminó en tercer lugar, la gente berreaba, dirían en mi pueblo, levantó la Bandera Mexicana y aquello era la gloria del deporte. Para quienes venimos de algunos ayeres, recordamos un poco de las carreras de los hermanos Ricardo y Pedro Rodríguez, que en su memoria el autódromo lleva su nombre y una estatua a la entrada con sus dos caras, les rinde homenaje. Ambos hermanos murieron en los autos, Ricardo allí mismo, cuando en su bólido al haber calificado, quiso dar otra vuelta para bajarle segundos al tiempo y en una llamada curva aperaltada, que ya no debe de existir, se estrelló y perdió la vida, un 1 de noviembre de 1962. EL otro, Pedro, murió en Núremberg, Alemania, un julio de 1971, cuando su Ferrari se le reventó una llanta y se estrelló contra el muro de contención. Hace poco, unos meses, la gente del automovilismo fijó una placa en ese sitio donde perdió la vida. El mundo del automovilismo mexicano se enlutó. Le lloraron propios y extraños. Uno de ellos en el Premio de México alcanzó el cuarto lugar, sin subir al podio. Ahora lo hizo Checo Pérez y el mundo mexica enloqueció. El todo México fifí allí anduvo, comenzaron a propagarse las fotografías, sobre todo la del padre del Checo Pérez, Antonio Pérez Garibay, quien hoy le dedica un escrito en el diario Milenio, y lo titula: “Gracias, hijo”, que celebraba la victoria como si él la hubiera corrido y la gente que no lo conocía, decía: ah que viejito tan protagonista, más tarde circuló una fotografía con el presidente AMLO, donde indicaban que el papá del Checo Pérez es un diputado de Morena, y los fifís se enardecieron, lo llamaron fifí-chairo. Cosas de la política. Otro que anduvo activo lo fue Emilio Azcárraga, el jerarca de Televisa, y el hijo de Slim, que entregó el premio a Checo. Felipe Calderón, presidente que en su sexenio siempre apoyó a Checo, allí estuvo todos los días, lo presumió en su tuiter al lado de su esposa, Margarita Zavala, diputada federal. Mario Delgado desentonaba sin su camisa de Morena. La derrama económica es sin parangón, evento que la 4T quiso cancelar porque era deporte de fifís, elitistas de clase media y alta, a los que vomita el presidente, pero ahí se dio y se habla de miles de millones de pesos la derrama económica. Larga vida al Gran Premio de México.
LOS ECOS DE LA BODA GUATEMALTECA
De la boda guatemalteca se han comenzado a filtrar datos y aclaraciones. La lana era de Juan Ealy Ortiz, dueño del periódico El Universal, y hoy en un editorial dan cuenta de ese suceso. Cuando el escándalo brotó el único diario que lo recogió fue Reforma, no solo expuso el lio, sino que exhibió documentos y datos de lo que había mostrado poco antes el periodista de El Financiero, Darío Celis, quien dio a conocer la detención de la renunciada secretaria de Turismo de Claudia Sheinbaum. Dice el editorial que eran dólares porque el dueño del periódico iba después de la boda a Estados Unidos a un chequeo médico. Por lo pronto esa boda fue salada, la compararon con la boda de la hija de Coello, cuando Julio Iglesias se echó un palomazo y después de eso, el padre abogado Collado cayó a la cárcel y Peña Nieto tuvo que salir por piernas al exilio madrileño. Rosario Robles, que también asistió a esa boda, fue otra de las que están en la cárcel. La segunda boda salada fue la del hombre más cercano a AMLO, su secretario de todo, Cesar Yáñez, esas bodas fueron publicadas en el Hola y estalló el escándalo. AMLO reprobó esa boda y les pidió que aclaren todo, con la austeridad de la 4T. Los invitados fueron, entre otros, los gobernadores Layda Sansores, de Campeche, y Mauricio Kuri, de Querétaro; el exgobernador priista de Sinaloa, Quirino Ordaz, y la ministra de la Suprema Corte de Justicia, Jazmín Esquivel Mossa. Y de nuestro Veracruz, el amigo de Cuitláhuac García, el rock star de la política, Sergio Carlos Gutiérrez Luna, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Bailó lindo y bonito.