87 AÑOS DE LA EXPROPIACIÓN

87 AÑOS DE LA EXPROPIACIÓN

El 18 de marzo de 1938, los 860 trabajadores de la Sección 30 del S.T.P.R.M. en Poza Rica esperaban con ansias el anuncio del presidente Lázaro Cárdenas.

Por JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ BADILLO

Al escuchar por radio el decreto de Expropiación Petrolera, estalló la celebración con abrazos, lágrimas y el silbato de la estación de bombeo resonando en señal de triunfo.

Ese día fue muy tenso para los 860 trabajadores de la Sección 30 del S.T.P.R.M. en Poza Rica, quienes se mantenían en asamblea permanente en la casona de madera que servía como recinto sindical. Se turnaban en guardias, pero la mayoría no quería alejarse de aquel histórico espacio, donde permanecían atentos al antiguo radio de bulbos, propiedad del trabajador Rafael Suárez Ruiz, a la espera del pronunciamiento del presidente de la República, Lázaro Cárdenas del Río, sobre la expropiación de la industria petrolera, un acto de interés común tanto para el gobierno como para el sindicato petrolero.

Con evidente cansancio y fastidio, a las 10 de la noche llegó el momento tan esperado. El presidente Lázaro Cárdenas del Río apareció en el balcón del Palacio Nacional y, a través de la radio en cadena, anunció a la nación el decreto expropiatorio de la industria petrolera.

«Por fin», exclamó el ingeniero Eduardo Pérez Castañeda, secretario general de la Sección 30.

De inmediato, estalló una inmensa algarabía entre los trabajadores, con abrazos y lágrimas de emoción en medio de la penumbra de Poza Rica. Segundos después, Manuel Ricaño López, jefe de guardia de la estación de bombeo, tiró de la cadena que liberó una bocanada de vapor, haciendo sonar el silbato como señal de triunfo. Eduardo Pérez Castañeda se comunicó por teléfono con Federico Aznar, secretario general de la Sección 4 de Azcapotzalco, quien le confirmó la expropiación.

Al día siguiente, Pérez Castañeda recibió instrucciones de encabezar, como presidente del Consejo Local de Administración, la entrega de la oficina y el inventario que la compañía El Águila dejaba en Poza Rica. El gerente, W. A. Smaile, entregó las llaves con ironía, diciendo: «Eduardo, cuídalas bien, porque en poco tiempo regresaremos». A lo que una voz replicó firmemente: «No creo».

En dos días, el inventario fue revisado y firmado. Luego, Eduardo Escudero recibió la indicación de transportar al derrotado Mr. Smaile en un autovía. Desde entonces, han pasado 87 años sin que él regresara, los mismos que hoy se conmemoran de la expropiación de la industria petrolera.

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